Asistí
ayer tarde-noche al concierto que nos ofreció Luis Pastor en el teatro
Cervantes. Para un buen grupo de personas de Béjar, Luis Pastor es casi como de
la familia: acude con frecuencia y tiene seguidores asegurados. Yo creo que él
lo sabe y que pone un poco más de su parte al sentirse entre amigos. Hace casi
cuarenta y cinco años, nada menos, que se frustró su primera visita, en tiempos
en los que cualquier protesta se prohibía y cualquier expresión se examinaba
con lupa. Y ahí sigue, con su protesta a cuestas, como consecuencia del
análisis de un mundo que no le satisface y como expresión poética y musical de
su sentir y de su pensar.
Yo
ya lo he escrito muchas veces: si me sacan de la música clásica, folk o de los
cantautores, me pierdo con demasiada facilidad. Sin embargo, escuchando letras
y canciones de estos creadores de conciencia social, me pierdo también, pero de
una manera totalmente diferente. Por ejemplo, puedo hacer un viaje en solitario
de norte a sur y no aburrirme ni un solo rato. Cuántas horas y cuántos días.
Siento,
sin embargo, que, entre muchas personas, a veces, estas canciones parecieran
estar en el mundo del abuelo cebolleta y un poco fuera de la moda, de eso que a
todos machaconamente se nos dice que se lleva y de las listas de lo más y menos
vendido. De hecho, salvo casos muy consagrados, estos creadores suelen buscarse
la vida por su cuenta y actúan en muchas ocasiones en condiciones precarias, en
comparación con los más afamados de la música pop. Tal vez por ello alguno
reacciona con gritos de protesta y de ironía: “¿Qué me dices, cantautor de las narices?”, cantaba Aute. Y más
recientemente grita Luis Pastor: “¿Qué
fue de los cantautores?”. Menos mal que él mismo se reivindica, y, con él
mismo, a todos los demás que se dedican a despertar conciencias:
·¿Qué fue de los cantautores?
Aquí me tienen, señores,
aún vivito y coleando
y en estos versos cantando
nuestras verdades de ayer
que salpican el presente
y la mierda pestilente
que trepa por nuestros pies.
¿Qué fue de los cantautores?
De los muchos que empezamos,
de los pocos que quedamos,
de los que aún resistimos,
de los que no claudicamos,
aquí seguimos.
Cada uno en su trinchera,
haciendo de la poesía,
nuestro pan de cada día”.
Son
versos tan sencillos como clarificadores. La persistencia se explica porque lo
que empuja a la conciencia a gritar sigue quemando dentro. Aunque la curva
vital explique tantos altibajos y tantas curvas y desalientos en la carretera.
Luis
Pastor dedicó buena parte de su concierto a recitar versos que narran su
trayectoria vital. También desde el tono sencillo y, a veces, con caídas poéticas
evidentes. Se lo agradecemos no tanto porque sea su propia trayectoria, que
también, sino porque en ella se recoge la de muchos otros que, como él, han
dado salida a su conciencia, en un paralelo atractivo entre su obra y su vida.
A
Luis Pastor y a los cantautores hay que darles las gracias porque que siguen
siendo esa avispa cojonera que no deja dormir la siesta a gusto ni permite que,
en palabras nuevamente de Aute, el
pensamiento (no) pueda tomar asiento.
Adormideras
ya tenemos bastantes, y no son solo aquellas que se cultivan en los campos.
Ayer
fue tarde-noche de cantautor en directo. Hoy, y cada día, cualquiera puede
convertirse en pequeño o gran cantautor.
1 comentario:
Sí que viene a Béjar.... porque sabe que es bien recibido.
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