Soy un nuevo argonauta
que busca el vellocino, la sustancia
de la alquimia perfecta que me vuelva
sencillamente más mi propia esencia,
el mí mismo con todas sus miserias
y con alguna luz de dios pequeño.
Es una busca lenta y obsesiva,
un limitar la esencia de mí mismo
para poder llegar a mi presencia
y robarme con fuerzas y con gozo
todo lo que atesoro sin quedarme nunca
con la inútil y oscura sensación
de que me dejo parte en el camino.
Solo cuando consigo mi conciencia,
la ciencia de mí mismo no aprendida,
estoy en condiciones suficientes
de aromarme en mi rosa
y ser yo mismo rosa y jardín todo.
Integro mi pasado más reciente,
mis roces y las fotos de ese álbum
que cada día se hace más extenso,
las sumo a mi sentir como individuo
y a ese futuro que vivir deseo,
y me pongo en acción, como soldado
que marchara a una guerra
en busca de su fama y de su gloria.
Es solo entonces cuando mi caballo
piafa y galopa por el campo abierto,
seguro de alcanzar sus objetivos.
A veces cae herido pero siente
en toda su extensión que es el sujeto
que vive con pasión también la herida.
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