martes, 6 de septiembre de 2011

DE UN ANGOSTO CAMINO MUY HUMANO

Quisiera dibujar un cuadro exacto
del nombre de las cosas en mí mismo,
de su andadura extraña y luminosa.
 Si supiera
ordenar las escalas y los órdenes
de causas y de exactas consecuencias,
tendría un dibujo nítido
del discurrir sin tino de mi vida.

La rosa solo es rosa si mi mente
accede libremente a la conciencia
de un cromatismo libre y subjetivo
de toda la alta gama
que exhala la flor bella.

Mas es esa conciencia a la que aspiro
fruto de mi memoria de la rosa,
de la visión cuajada en elementos
de física y de química, que han dado
un olor y un perfume
como productos últimos
de una extraña ecuación.

Esa capacidad
de almacenar imágenes
en que consiste la feliz memoria
me ha permitido el huerto y los rosales
en el vergel de mi razonamiento,
donde cultivo olores muy sabrosos
-a veces se me pudren los esquejes-
y colores nimbados de arco iris
para tenerte flores todo el año.

Tan solo necesito la palabra
para poder dar nombre a tanta gloria,
a milagro tan alto e inefable,
a realidad tan bella y tan distinta
en la que amor pregona amor tan solo
y ninguna otra cosa,
donde es dolor dolor y nunca sufrimiento,
y el gozo no te turba
como lo hace el placer,
en una confusión tan pobre y mísera.

Aún me queda indagar ese camino
de química exclusiva y primigenia
y amansarlo hasta herirlo
con el más dulce nombre de las cosas.

Es difícil y angosto este camino:
dar caza a la materia, contemplarla,
darle la consistencia en la memoria
y embarcarse en el gusto
de la propia conciencia razonada,
en las nieblas y soles de un camino
humano hasta las heces, siempre humano.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Este "siempre humano" engloba la capacidad de lo más sublíme,y lo más animal pasando por la consciencia de ello. Terrible limite nos impone el cuerpo ¿o la mente?.