lunes, 26 de septiembre de 2011

Y, AL FINAL DEL TRAYECTO, DOS HUMANOS

Fue el final de un trayecto, la parada
en el andén de la estación del tiempo
en donde la conciencia era la reina
de todo el individuo y la palabra
su trasunto perfecto y acabado.

Y fue el otro cargado de emociones,
enfrentadas y en lucha con las mías:
fue la seguridad, el sexo, el alimento,
el cobijo, la duda, el miedo, la alegría,
la tristeza, el orgullo, la compasión, la culpa,
la admiración, la envidia, el gozo y el cariño…

Y fue mi cuerpo en guardia y en vigilia
dominado por la curiosidad,
fueron todos los actos
del drama sistemático
de la existencia humana,
la convención social y las conductas,
como forzosas normas
de una moral plural y colectiva…

Y fue también el campo de los desequilibrios
entre el empuje interno
que mueve la pasión del individuo
y las condenas y las restricciones
del entorno social..

Y todos los progresos conseguidos
en los graves sistemas de justicia,
los avances científicos y técnicos,
los códigos en forma de derechos,
hasta el nivel normal de la homeostasis
más sociocultural y más futura…

Y la capacidad feliz del ser humano
de vivir el futuro
en los muros floridos de la imaginación.

Y ya ser yo y ser tú,
y violar los reclamos de la tarde,
 las estatuas
que pueblan las esquinas,
desdibujar el cielo para que no nos mire,
hacer de cada hora
los minutos de un último camino,
sabiendo, ay, que la noche
ha de llevarnos  de feliz regreso
hacia los territorios donde todo
vuelve al big bang de todos los principios.

No hay comentarios: