martes, 25 de febrero de 2014

EN BUSCA DE AQUEL SOPLO PRIMIGENIO

EN BUSCA DE AQUEL SOPLO PRIMIGENIO
Este aliento tenaz que me sostiene
¿de dónde llega hasta llenarme todo?,
¿cuál fue su primer padre, su principio,
que puso en marcha el soplo y le dio vida?

Tal vez en aquel soplo primigenio
fue todo simple y puro, algún encuentro
impreciso y fugaz, inesperado:
(ahí sigue con sus armas el misterio).
Pero ya no hubo tregua ni descanso
hasta intensificar el caos y la conciencia
de la explosión de eterna cosmogénesis.
Y fueron los abrazos de las piedras,
la densificación de los metales,
las bodas minerales y el cortejo
de todo lo esencial y primitivo.

Después, en otro olvido
del discurrir del tiempo
y en soledad del reino del silencio,
algo, nada, quizás, tal vez, acaso…,
un encuentro lentísimo y perplejo,
el discurrir sin causa y sin conciencia,
un grito en soledad de un diminuto
complejo despistado de organismos
sintió placer en darse mutuamente
cobijo y compañía por un rato.
Y vio que era mejor prestarse ayuda.
Y fue el parto feliz, la biogénesis,
la fiesta de las fiestas, el concierto
de todos los conciertos.

Lo demás fue crecer y repetirse,
hacer complejo y grande
lo que un día fue simple,
y fue fundirse cuerpos y más cuerpos
y arrebatarse vientres y más vientres
y diversificar y hacer nacer al hombre:
feliz antropogénesis aquella.

Y ahora el conocimiento decidido
en busca del porqué del primer grito,
de la causa primera de la primera causa.

Y en esa ya prolífica carrera,
este aliento cansado que me alienta
y me empuja sin tregua y sin descanso
hacia otra alta y cósmica conciencia

de la que por ventura formo parte.

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