EN BUSCA DE AQUEL SOPLO PRIMIGENIO
Este aliento tenaz que me sostiene
¿de dónde llega hasta llenarme
todo?,
¿cuál fue su primer padre, su principio,
que puso en marcha el soplo y le
dio vida?
Tal vez en aquel soplo primigenio
fue todo simple y puro, algún
encuentro
impreciso y fugaz, inesperado:
(ahí sigue con sus armas el
misterio).
Pero ya no hubo tregua ni
descanso
hasta intensificar el caos y la
conciencia
de la explosión de eterna cosmogénesis.
Y fueron los abrazos de las
piedras,
la densificación de los metales,
las bodas minerales y el cortejo
de todo lo esencial y primitivo.
Después, en otro olvido
del discurrir del tiempo
y en soledad del reino del
silencio,
algo, nada, quizás, tal vez,
acaso…,
un encuentro lentísimo y
perplejo,
el discurrir sin causa y sin conciencia,
un grito en soledad de un
diminuto
complejo despistado de organismos
sintió placer en darse mutuamente
cobijo y compañía por un rato.
Y vio que era mejor prestarse
ayuda.
Y fue el parto feliz, la biogénesis,
la fiesta de las fiestas, el
concierto
de todos los conciertos.
Lo demás fue crecer y repetirse,
hacer complejo y grande
lo que un día fue simple,
y fue fundirse cuerpos y más
cuerpos
y arrebatarse vientres y más
vientres
y diversificar y hacer nacer al
hombre:
feliz antropogénesis aquella.
Y ahora el conocimiento decidido
en busca del porqué del primer grito,
de la causa primera de la primera
causa.
Y en esa ya prolífica carrera,
este aliento cansado que me
alienta
y me empuja sin tregua y sin
descanso
hacia otra alta y cósmica
conciencia
de la que por ventura formo
parte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario