jueves, 19 de junio de 2014

A REY MUERTO, REY PUESTO


      
Cuando ya cerca del mediodía volví de la entrega de premios a unos niños, me encontré con que la coronación del nuevo rey era ya un hecho. Las solemnidades, por entonces, andaban en un interminable pasamanos al que acudían todos los españoles importantes pero casi ninguno de los que importan.
Ayer apuntaba la existencia de fuerzas que a mí me parecen disgregadoras si no se encauzan con serenidad y altura de miras y hoy aparecía la representación del símbolo que mejor podría representar la dirección contraria, la centrípeta. Y no sé si realmente esto se cumple o no, pero tengo dudas razonables.
El nivel teórico de la defensa de la institución monárquica no tiene un pase y no merece discusión. Pero ahí está y hay que respetarla con dignidad y sosiego. Nada se ha alterado en la vida de la comunidad, todo sigue igual de bien o igual de mal que ayer. Es verdad que esta era una ocasión de oro para que la ciudadanía se hubiera expresado acerca del modelo de Estado de le conviniera, pero hay formulaciones legales que lo permiten a su tiempo. Y como este asunto es mejor no menearlo, los que más se oponen más contribuyen a la creación de adeptos republicanos.
Tampoco está mal echar la vista atrás y abrir el objetivo. El país ha vivido cuarenta años de avances sociales y de modernidad, tal vez más que nunca en la Historia; no por causa del rey, sino por acción de todos los ciudadanos, pero estas imágenes pesan para la moderación y la toma de decisiones de la gente.
Un rey se marcha y otro comienza su periodo de reinado. He oído decir al nuevo rey, Felipe VI, que quiere un reinado renovado para unos tiempos nuevos. Esas son siempre las primeras intenciones, que se mueven en la generalidad y en los deseos de quien tiene todo el cuaderno de servicios todavía en blanco y sin borrones. Otra cosa es, como sucede casi siempre, la realidad y el paso del tiempo.
De lo que dejamos atrás yo quiero destacar en positivo la figura de la reina; la he visto siempre como una sufridora de concurso y como otro rompeolas en el que se calmaban casi todos los naufragios. Tengo para mí que es la única que nunca ha abdicado de su labor ni de su trabajo. Yo mismo tuve la oportunidad de darle la mano en una ocasión y se me hizo llegar una foto del momento. Pensé en olvidarme de ella pero, a medida que ha pasado el tiempo, me ha parecido que debía conservarla como reconocimiento de esa labor callada y aguantatodo que le atribuyo, a pesar de mis razonamientos republicanos.
No puedo decir lo mismo de lo que viene, en lo que a lo femenino se refiere. La reina Letizia (me parece que escribe su nombre con zeta) me tiene que ganar para que le tenga simpatía. Es una pizquilla de olor que me deja un no sé qué confuso, no sabiendo…
No sé por qué hoy tenía que ser momento de todo lujo y pedrería. Sea pero basta ya. Mañana deben acercarse simbólicamente al Palacio de Oriente los que realmente importan, no los importantes de hoy. Y los que importan son los más desvalidos y los más necesitados, los que quieren vivir con dignidad y no pueden, los que no contribuyen a la comunidad porque no encuentran trabajo, los que trabajan por todos los demás pero no lo señalan en la cuenta de dividendos y, en fin, todos los que forman la comunidad, porque todos son igual de dignos que los que hoy se coronaban y que todos los que se inclinaban ante ellos.

Por lo demás, indicios, detalles, complicidades y minucias, para el papel couché y su legión de seguidores. A mí me tren al pairo.

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