martes, 24 de junio de 2014

VERANO Y LIBROS


A pesar de los muchos pesares que achican el ánimo y el empuje de la gente, es hora de que bastantes (siempre creo que muchos menos de los que aseguran los medios de comunicación) apuran las horas para llenar las maletas y las mentes de deseos e ilusiones de algunos días de descanso en eso que llamamos vacaciones. Sea en el lugar que sea (tampoco en casa se está mal, si uno quiere estar bien), parece normal que la lectura se active un poco en estas fechas de verano. Todo tipo de lecturas, aunque no todas son lo mismo ni todas impulsan el pensamiento ni el análisis de la misma forma. Para unos es el momento de olvidarse de los libros más sesudos y de volver a aquellos de distracción y pasatiempo; para otros será la ocasión de enfrentarse por fin con alguna obra a la que le tenía ganas pero que necesitaba tiempo y atención más intensa, algo que acaso el trajín diario le impedía prestarle.
No sé cuál es el nivel de lectura en esta comunidad en la que vivo, ni en cantidad ni en calidad. Sí sé que en las grandes extensiones comerciales se exhiben casi exclusivamente textos de éxito comercial, más producto de la propaganda que de otra cosa; de tal manera que, aquí también, termina por ser el medio de propaganda el que hace y deshace la obra hasta terminar casi creándola. Interesa conducir el gusto de la gente, dirigir sus apetitos, o más bien creárselos a imagen y semejanza de las redes comerciales. Por eso, por ejemplo, salvo en librerías especializadas, empieza a ser dificultoso encontrar libros de poesía y alguna distribuidora conocida, como es el caso del Círculo de Lectores ya no incluye este género apenas en sus catálogos.
El fenómeno resulta complejo y solo se apunta, pero resulta real y fundamental para entender los gustos y las costumbres entre los que nos movemos.
¿Sería mucho pedir que, en esta época de más tiempo libre, se enfrentara alguna lectura con ánimo de mayor profundidad y comprensión? Me temo que sí, salvo para círculos reducidos. Pero es que, sin esos intentos, nos quedamos sin la exquisitez del plato que queremos degustar.
Cualquier ejemplo nos puede servir, pero me atrevo a proponer el de la obra referencia del Quijote. Sirva como primer nivel el intento simple de leerla, de pasar los ojos por sus páginas y de entender literalmente sus contenidos. Tiene alguna dificultad por su léxico ya de siglos y por los sucesos que cuenta, ya aparentemente antiguos para su época y simplones para la nuestra. Pero la risa está asegurada y el buen humor también.
 Mas, como hay tiempo, intentemos algo más. Procuremos hacernos con alguna clave de la época en la que se escribió y comprobaremos que el sentido de sus páginas crece y se multiplica su significado. Tampoco es tan difícil: tal solo hay que actualizar mentalmente algunos conocimientos históricos: Edad Media decadente, afirmación de la nueva burguesía, reforma y contrarreforma religiosas, extensión y contracción del imperio español…
Y, si hay empeño y ganas de apoderarse más y mejor del libro, vayámonos al intento del autor por oponer esta realidad a los impulsos del héroe, a la trascendencia de la ironía y del humor, al contraste irreductible entre una escala de valores en lo absoluto y la ruptura del dogma de la vida real y cotidiana, o, en fin, al traslado de elementos de tradición oral hasta el nivel literario, en lo que es una ruptura absoluta con la creación literaria anterior y la creación y culminación casi de la novela moderna hasta nuestros días.
Si hay cualquier otro empeño, el libro da para  todos ellos y para más. Por ejemplo para el traslado de aquella realidad hasta la actual, con los mismos principios y las mismas consideraciones. Y así hasta la última participación e implicación de cada uno.
Con serenidad pero con ganas, entre sudor y sudor, al lado de una cerveza fría o tras un paseo por cualquier camino, al fresco o al lado del río, entre baño y baño o entre charla y charla…, incluso entre protesta y protesta por la situación personal o colectiva, o entre alegría y alegría.

No sé cuántos lectores andan por ahí ni qué interés tiene cada uno. Sí sé que los niveles de lectura son muy numerosos y que los libros son muy diversos. En todo caso, juntar algún rato más libro y lector durante estos meses tal vez debería ser también empeño de todos. No sé si con ello sube o baja el PIB pero sí se lleva mejor el tiempo y se enriquece no lo que importa sino lo realmente importante.

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