LA MAGIA VERDADERA
Porque vivir ya es mágico,
conviene
no jugar a sacarnos de la manga
efectos especiales o sorpresas
del fondo desigual de la
chistera.
Vivimos aguardando que algo venga
a salvarnos del ritmo de la
monotonía,
y solo lo aplaudimos si es
fantasma
vestido con el don de la extrañeza
o el deslumbrante obsequio de la fantasía.
Y así juzgamos mágico aquel beso
que se escapó furtivo entre las
luces
de una noche de luz y de metal,
o aquella lucha a muerte por el
triunfo
en el difícil campo del amor;
acaso nos traicione la memoria
con un destello azul de cualquier
cosa
o la ilusa esperanza de un
extraño futuro.
La magia está escondida y nos
conduce
desde lo más velado de la
monotonía;
las horas y los días son más días
si transcurren sin causa y sin
motivo,
vivir es respirar con armonía,
con pausada quietud, con la
certeza
de que seguimos vivos, de que hay
hambre
y de que todo sigue su camino
como un río tranquilo que se
agota
sin hacer ningún ruido y, de
repente,
se oculta bajo tierra y se
despide,
prescindible, accesorio,
innecesario,
lo mismo que la vida que se
esfuma
como si fuera magia entre las
manos.
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