miércoles, 21 de diciembre de 2016

CREDO QUIA ABSURDUM


Con esta expresión latina se justificaba ya en Tertuliano la existencia de la fe y su valor para los casos religiosos: precisamente porque la razón no da cuenta de todo, la fe se alza como valedora para esas parcelas inalcanzables para la razón, argumentaban. La razón cada día parece alcanzar más explicaciones, por más que a la vez se desvelen nuevas incógnitas antes nunca planteadas. No sé, por otra parte, si ahora mismo sigue valiendo el principio con la misma intensidad.
Lo cierto es que yo quería aplicarlo a algo más pegado a la tierra. O a mí me lo parece.
Tocó visita a Madrid este largo fin de semana. Madrid es el tráfago de todo, el colmo y el cogüelmo de todas las cantidades, el desparrame de todas las posibilidades. A mí me tienen siempre preparado un programa apretado de actividades. Esta vez fueron, entre otras, visita guiada a la zona histórica y académica de Alcalá de Henares (¡Cuanta similitud con mi Salamanca!), teatro, museo Sorolla, luces navideñas a gogó y en varias sesiones, compras diversas, góspel en directo y en plaza pública… De casi todo.
En mi paseo por el centro del Madrid de los Austrias, la variedad casi infinita y el arcoíris de todas las posibilidades. Una me sorprendió desagradablemente. En la administración de lotería llamada de Doña Manolita, una cola de unos ciento cincuenta metros aguardaba pacientemente su turno para comprar lotería de Navidad. A los últimos les quedaba una espera de algunas horas. Me dicen que todos los años sucede lo mismo.

¿Es tan difícil entender que si toca allí alguna vez más es porque se juega más, y que en cada nuevo sorteo todos los números tienen el mismo tanto por ciento de posibilidades de salir premiados? Al lado de la cola varios loteros se anunciaban en directo como portadores de números de Doña Manolita.  No vi que nadie les comprara nada: no eran los auténticos de la tal Doña Manolita. ¿Cómo se puede ser tan bruto? ¿Es que la razón de tantos no alcanza un poquito más arriba del suelo? ¿En qué sociedad vive uno? Ojo, son muchos miles de personas las que repiten la operación. A ver si va a ser verdad aquella expresión medieval del principio: Credo quia absurdum. Qué mundo.

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