Religión, filosofía, teología…
Llevo bastantes días dedicado específicamente a estos temas en algunos libros.
Siempre digo que, a estas alturas, leo al azar y según lo que se me va poniendo
delante de los ojos. Pero las casualidades no existen del todo; tal vez lo
único que existe es la falta de explicación de los hechos por parte de nuestra
pobre razón. El caso es que, durante estos días previos a la Navidad, no me ocupan
los regalos sino algunos pensamientos distintos.
También pido con frecuencia que
el léxico y la organización de las ideas, en todos los asuntos pero sobre todo
en estos, sean lo más claros y sencillos que se pueda: es una de la mejores
maneras de atraer a los lectores y de implicarlos en el pensamiento para que
ellos mismos vayan componiendo su propio sistema y su manera particular de ver
la vida.
El último de los libros en los
que me estoy deteniendo tiene título de éxito, pues, en su día lo tuvo y grande.
Se trata de “El mundo de Sofía”. Y
cumple con creces la petición de sencillez y de claridad. Es un repaso,
envuelto en trama novelesca, de los principales hitos de la filosofía.
Seguramente pensado para jóvenes que se inician en la materia pero creo que muy
útil también para los que anden algo más versados en ese mundo. Es verdad que
lo que se recoge puede parecer sin desarrollo, a pesar de las más de 600 páginas,
pero las claves están en su interior y el total es un cuadro panorámico del
pensamiento occidental. ¡Y lo puede entender cualquiera!
Conozco a algunos profesores de
filosofía. No los imagino en este nivel de complicidad con los alumnos. Y, sin embargo,
estoy seguro de que más de uno habrá sentido la comezón, el pellizco y el miajón
dentro de sí leyendo este libro. Acaso después les haya venido el deseo de
profundizar en obras concretas y en autores singulares; pero la curiosidad en
el cuerpo puede que haya prendido. Lo demás ya rueda solo y no hay que
empujarlo mucho pues todo se ofrecerá por sí mismo con abundante luz y contento.
¿Cómo pueden resultar atractivos
en esta sociedad Sócrates, Platón, Aristóteles, Jesús, Tomás de Aquino,
Descartes, Berkeley, Hume, Kant…? Pues claro que pueden resultar sugestivos. Es
verdad que no meten goles ni hacen películas. Pero son mucho más subversivos
que todo eso: ENSEÑAN A PENSAR. Y eso es algo tan hermoso…
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