sábado, 10 de diciembre de 2016

LA CESTA DE LA COMPRA


LA CESTA DE LA COMPRA

Salgo a la calle a realizar mi compra,
en busca del sustento necesario
para seguir viviendo.
Han abierto ya todos los comercios
y esperan que se acerquen los clientes
y consuman sin tregua. He olvidado
las tarjetas de crédito;
apenas si conservo unas monedas.

Pero lleno la cesta de la compra
con diversos productos de regalo
(están por todas partes en los escaparates):
el sol que me calienta y me da vida,
el aire que respiro, la alegría
por ver que mucha gente me conoce,
cien gramos de tristeza por las cosas
que menos me convencen, unos tragos
de agua bien fresquita de una fuente,
la sonrisa feliz de los que pasan
sin constancia del tiempo,
la amistad gratuita,
el perpetuo regalo de la curiosidad
-que siempre está en rebajas
y la puedes tomar a manos llenas,
pues no le han puesto tecla para el peso-…

Y noto que ya pesa demasiado
la cesta de la compra. Por lo tanto
decido no comprar más alimentos;
si acaso unas palabras que den gracias
a la naturaleza.

Me vuelvo hacia mi casa
manoseando las monedas del bolsillo
y me siento riquísimo y contento.

Hay grandes almacenes rebosando
de productos gratuitos;
y el IBEX 35

no los puede comprar a ningún precio.

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