LAS CUATRO EDADES
YA LOS SERES se amaban
limpiamente,
sin leyes ni castigos que
enturbiaran
la eterna primavera.
Edén gozoso donde todo el
hombre
disfrutaba pesando entre sus
poros
las aguas cristalinas,
dando gusto a su cuerpo
en apacible ocio, recogiendo
los frutos de la tierra,
satisfecho
de acariciar las tibias
brisas en las flores.
Gea y Crono se alían
contra el padre del Cielo,
en un acto cruel que causa
espanto,
pero Zeus se venga
y Crono es encerrado
en el profundo Tártaro.
Ahora el tiempo acortó la
primavera,
desdibujó del año los
inviernos,
el aire se abrasó con los
calores
y el dolor tomó tierra entre
los surcos,
hombre y tierra con el dolor
al hombro.
Lo que vino después todo fue
bronce,
sangre dispuesta a las
terribles armas,
y hierro que enarbolan
las manos y rechina
en busca de la muerte.
Duele el muslo en la tierra,
la venganza
reina entre las madrastras
y todo es vocerío entre los
hombres.
Es preciso mirar desde la
veta
del oro de los siglos
y que el hierro y el bronce
se pierdan en la alquimia.
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