HELÍADES
De Faetón las hermanas
lloran lágrimas
gimiendo ante el sepulcro
sin repuesta,
cuatro ciclos la luna las
miraba
viendo el amor fraterno que
no mengua.
De Faetusa los pies la
tierra llama,
Lampetia hunde sus dedos en
la tierra,
y todas ven como su cuerpo
encalla
en troncos, ramas y hojas de corteza.
Clímene rompe troncos,
quiebra ramas,
quiere salvar los cuerpos de
sus hijas:
“Estate quieta, madre, no
hagas nada”,
responden tristemente las
heridas.
De allí fluyen las lágrimas
de ámbar
que adornan a las jóvenes
latinas.
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