Durante
estos últimos días hago trayectos conduciendo mi coche. En los asientos de
atrás viajan mis nietos. Ellos me han traído, además de su alegría, un disco
con canciones que les gustan y que escuchan con agrado. Sara dice que la que
más le gusta es una que se llama APATÍA y que anima en su letra y música al
buen humor y a la alegría.
Sara
entiende el significado social de la palabra apatía, pero desconoce la
etimología de la misma y el significado originario: el prefijo a- y el término
pathos=padecer. O sea, falta de padecimiento. Sara tiene nueve años y no tiene
por qué conocer estas cosas.
He
aprovechado su buena disposición para acercarla al significado primigenio de
esta palabra y para que vaya conociendo la existencia y el uso de algunos prefijos.
Sara acaba de cumplir nueve años y es más curiosa y espabilada que los ratones
colorados.
Pero
la anécdota me da pie para pensar en el uso que hacemos de las palabras, en el
desconocimiento de su origen y en las imprecisiones y malos entendidos que eso
comporta en la comunicación. Porque un apático para el común de hablantes es algo
así como un desganado, alguien que se muestra indiferente ante cualquier cosa.
Y no estamos lejos del núcleo de su significado. Creo, no obstante, que sería más
interesante preguntarnos por qué esa desgana y ese pasotismo ante una concreta
situación. Y, sobre todo, sería bueno entender que no padecer no significa únicamente
que una persona no tenga fiebre o no le duelan las anginas. Se padece físicamente,
pero, sobre todo, se padece mentalmente. Por ejemplo cuando alguien se siente
alejado de la escala de valores que domina en su comunidad. Entonces caben dos
posibilidades, o se lucha para cambiar esa situación, se aleja uno, cual monje
en Athos, y se vuelve, aparentemente al menos, ajeno y olvidadizo de todo. Es
decir, se vuelve apático.
Por
ahí andan al tiempo sus primas simpático o antipático, patético o patología… Y
tantas otras de la familia.
Me
gustaría que Sara no fuera apática, al menos en el sentido etimológico. Aunque,
tal y como andan las cosas, no sabe uno qué pensar.
Contra
la apatía no es mal antídoto la alegría y el buen humor, como reza la canción. Pero,
desde luego, eso de la apatía es algo más extenso y su procedencia tiene larga
carrera, contenido y explicación.
2 comentarios:
No le des más vueltas, no padezcas y dusfruta.
Es que, según se dice arriba, también eso de disfrutar puede que tenga que ver con la etimología de padecer.
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