Cuando se cierra el año, es
tiempo de repaso y de recuento. En este caso, de mis lecturas durante el año
2016. Primero la cantidad y luego la calidad.
Ya he escrito alguna vez que
anoto los títulos y una calificación de cada obra completa que leo. Guardaré la
lista para mí mismo y para mis papeles personales.
Empecé el año con fuerte impulso
pues a finales de enero ya me salían diez títulos. No puedo decir lo mismo del
final pues en el último mes apenas me aparecen cinco. En total suman 120
libros. No está mal. Ni bien tampoco. Sencillamente es lo que es y basta. Se
puede leer mucho y se puede leer poco, y hasta nada; todo depende de las
circunstancias en las que cada cual se encuentre y de qué sea aquello que pueda
desarrollar.
Tampoco acerca de la calidad me atrevo
a decir casi nada porque tal vez también sea algo bastante personal y
subjetivo. Sí puedo reconocer que cada día me encuentro mejor en el ensayo, la
poesía y la filosofía. El repaso de los títulos así me lo corrobora. Y no me
importa volver a confesar que todos esos libros de éxito tan leídos apenas me
dicen nada y cada día les presto menos atención, sobre todo porque repiten el
mismo esquema narrativo y responden a una escala de valores impuesta por la
masa de lectores. No reniego de que le
gusten a quien quiera leerlos, sencillamente afirmo que a mí me atraen poco, a
pesar de que cualquier libro encierra siempre algo bueno. Tal vez sea que mi
escala de valores no coincide precisamente con el día a día de la comunidad, qué
le vamos a hacer.
Mi cultura es libresca, claro que
sí, por qué no reconocerlo. Pero admito y creo que practico un poco otras
lecturas. Por ejemplo la de la naturaleza. ¡Cuántas cosas enseña si la queremos
mirar con curiosidad! Al fin y al cabo, no es más que otro entrelazado de
elementos en forma más duradera, otra variante de nosotros mismos, una cuenta más
del collar de ese universo del que todo forma parte, un pequeño eco de la
conciencia general en la que participamos todos.
¿Y la lectura social, y política,
y religiosa, y familiar, y…? Todas son lecturas de la vida y hacer palotes en
ellas o silabear con tino es de lo mejor que podemos intentar. De modo que me
siento orgulloso de mi ritmo de lectura libresca, pero me gustaría saber diluir
todo lo que encierran las páginas en ese libro tan amplio y diverso, tan
general y particular, tan extenso y tan concreto a la vez como es la vida, ese
transcurrir del tiempo en el andamos embarcados por unos instantes todos. También
en este año 2016, que ya declina y se nos va por el horizonte hacia un abismo
misterioso. Y nosotros con él. No sé si esto lo habré sabido hacer durante este
año 2016. Lo intentaré al menos en el 2017.
1 comentario:
Me pasa igual con mis lecturas: no me guio por las modas,
siempre voy a mi aire.
Un Saludo
Publicar un comentario