Comienzo el año con un par de libros abiertos. El primero que
termino es el de Juan Marsé titulado Esa
puta tan distinguida. Me sirve para reflexionar acerca de diversas
posibilidades, sobre todo de tipo formal y de estructura narrativa (entrevista
inicial ficticia, guion cinematográfico, diálogos, reflejo de personales
semirreales, otros recursos del cine, concreción de caracteres, velocidad
narrativa…), y también para retirarme demasiado deprisa de lo que es pura
trama: poco me interesa el mundo de los guiones cinematográficos, los barrios
chinos, las cabinas de proyección cinematográfica, las profesiones ya
inexistentes ni muchos de los esquemas de vida de los personajes. Una vez más
hay zonas que se me iluminan en la lectura y aspectos que se me oscurecen. Por
ejemplo, el mundo de las novelas de ambiente policíaco -y esta, en alguna
medida, se le aproxima- no me atraen demasiado ni me aportan casi nada que me
cambie o que me haga realmente pensar. Pero esto es cosa de gustos y cada uno
tiene derecho a tener los suyos.
Me sirve de pretexto esta lectura para la observación -un poco
quisquillosa tal vez: pido perdón por anticipado- acerca de dos usos lingüísticos
que me parecen claramente equivocados. No quiero invocar la previa de siempre
recordando que todo cambia pero que hay que aceptar los cambios con tino, con
prudencia y con sentido. Mejor hacerlo con un profesional de la pluma que con
otro usuario. Veamos.
En la página 215 leo lo siguiente: “Fue a causa de todo eso
que anduve distraído y desatendí la proyección… Debíamos ir por el tercer rollo
cuando…”
“A causa de eso que”. Difícil para mí entender el uso de este
escueto y solitario “que” con valor relativo. Tal vez habría que alargar la
expresión para clarificarla: “Fue a causa de todo eso por lo que anduve distraído
y…” O algo mucho más sencillo: “Por esa causa anduve distraído y…”
La expresión utilizada por Marsé me parece equivocada y, en todo
caso, confusa. Y lo importante no es que la use este escritor (una golondrina
no hace verano y aliquando dormitat Homerus); lo más preocupante es que anda
bastante extendida entre los usuarios más “distinguidos” de nuestra lengua. Las
soluciones propuestas, en este caso, me parecen muy sencillas e incluso más
cortas.
En el ejemplo se esconde, además, otro uso incorrecto: “Debíamos
ir por el tercer rollo…” Deber más infinitivo para expresar probabilidad. No,
esto no admite muchas dudas. La forma correcta es esta: “Debíamos de ir por…” La explicación aquí me
parece más sencilla pues obedece sin duda al acortamiento de la expresión y a
la economía fónica. Pero la vagancia expresiva no evita la equivocación. “Debíamos
ir por…” indica obligación y claramente no es el caso.
Son breves anotaciones de un simple observador que comete más
errores que nadie en el uso del lenguaje, pero al que le gustaría vestirlo de
fiesta cada vez que lo usamos.
1 comentario:
Si las fuerzas lo permiten
y los achaques nos dejan,
podremos ir, cuando gustes,
a tierra de Las Batuecas.
Traspasaremos el valle,
treparemos a las peñas
do el agua clara discurre
por quebradas y entre breñas.
Ayudados de cayados
y con las mochilas llenas
entretendremos la marcha
contemplando las serenas
cumbres que cubrieron días
de olvido, sufrimiento y penas.
Tomaremos un respiro
en lo alto de las crestas
por descubrir los demonios
que cuenta el Lope de Vega.
Hay que ver qué desatinos
salían de su mollera;
qué manera de perderse
en múltiples bagatelas.
Con lo de parir un hombre
sí se le fue la cabeza,
¡pobre la ingenua Taurina,
cómo perdió la sesera!
Y es que el amor, cuando viene,
no hay forma de echarlo fuera.
Arriba, arriba del valle,
en lo alto de la Peña
haremos las letanías
a la Señora morena;
y lo haremos en latín
que es lengua mucho más vieja
que la que Lope inventó
para la tierra batueca.
Cantatas, motetes, salmos,
y oratorios harán mezcla
porque llegue a los hurdanos
de nuestro canto la ofrenda
y el perdón por tantos siglos
de olvidos y de miserias.
Luego, cumplido este rito,
buscaremos unas peñas
y, sacando las viandas,
pondremos fin a la fiesta.
Gracias por hacerte eco de nuestra edición.
Antonio Merino
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