miércoles, 21 de marzo de 2018

DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA



Cada día trae su afán y cada fecha su significado, Hoy, por ejemplo, se acumulan dos recordatorios: el día del síndrome de Down y el día mundial de la poesía. Los dos me dejan huella en la retina, aunque es el de la poesía el que más me ha ocupado y me sigue ocupando.
He dicho varias veces que tengo la impresión de haber llegado tarde a todas partes; también a la poesía. Mis circunstancias personales y familiares lo explican perfectamente. Yo bien lo sé aunque no voy a dar detalles. Tampoco tengo ganas de quejarme: las cosas simplemente son, y, sobre todo, han sido: no hay que darles más vueltas.
Sí tengo que decir que, cuando la poesía se dignó a visitarme, lo hizo con maleta y traslado de casa pues ya no me ha abandonado nunca. Primero fue lectura y después, en torrente, la escritura. De diversas maneras, pero creo que siempre tratando de buscar un paso más allá de la expresión formal, un acercamiento a la expresión hermosa de una idea, que me sirviera a mí de reflexión y hasta de propósito, y a los demás de toque de atención y de belleza. Tal vez por este orden aunque no lo tengo del todo seguro.
Como la trayectoria, a pesar de todo, es intensa y extensa, hay idas y venidas, tendencias que se agotan, ideas que se repiten machaconas en todo este trayecto.
Tampoco aspiro a descubrir el mundo; si acaso a presentir el mío, que no es poco. Por ello, en lo que a temas se refiere, me acojo a la palabra de Miguel Hernández: “Llegó con tres heridas: la del amor, la de la muerte, la de la vida”. Y a la sentencia de don Antonio Machado: Poesía, palabra en el tiempo” ¿Se puede escribir de alguna otra cosa?
Y en lo que a estilos y formas se refiere, elijo a Juan Ramón (con bastantes notas al margen) cuando declara:
Vino, primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando sin saberlo.
Llegó a ser una reina
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de hiel y sin sentido!
Mas se fue desnudando
y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
   En ello andamos y en ello seguiremos. Sin más, pero sin menos.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Hay que creer en ella como la mejor arma para combatir la vida.