jueves, 1 de marzo de 2018

MIS ADORABLES FANTASMAS



MIS ADORABLES FANTASMAS

Me habitan mil fantasmas y no encuentro
la forma de quitármelos de en medio.

Algunos se recubren la cabeza,
como dando a entender que su trabajo
los llena de rubor: pasan y, al verme,
me miran de reojo y van deprisa
hacia cualquier esquina de la casa,
donde siempre está oscuro y es de noche.

Otros muestran, ufanos, unas formas
que no tengo saber para contarlas:
me asustan y me dejan muy confuso,
pues no sé lo que quieren al mirarme.

A veces se pelean entre ellos
por ganarme al final para su causa,
me empujan sin razón, me zarandean
sin que pueda alegar en mi defensa.

Cuando me dejan solo -pocas veces-,
me pongo a discurrir si existe forma
de hacerles un desplante y alejarlos
de mi vida diaria y, para siempre,
mandarlos al olvido y al destierro.

Necesito sentir que alguien me ayuda
a librarme de tanto sobresalto,
pues no sé cómo hacerlo y ando triste
jugando a los fantasmas todo el tiempo.

Ellos forman la trama, el esperpento,
la extraña y fantasmal tragicomedia,
en que se va fraguando mi teatro
del paso sin sentido por la vida.
Terminaré también siendo un fantasma
si nada lo remedia y me libera
de tanta fantasmada y tanto espectro.

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