Repito con frecuencia que mis
reflexiones aspiran a tener sentido general, por más que a veces partan de
algún ejemplo particular y aparentemente inocuo. Por eso tal vez acudo con
escasa continuidad a comentarios de carácter local o localista. Y eso que soy
consciente de que es la realidad que me rodea y que en primer lugar me afecta.
Hoy me permito romper mi costumbre.
Entramos -estamos ya de lleno- en
un período convulso y agitado, el período electoral que se nos viene encima y
que debería resultar la consecuencia lógica y normal de una democracia que se
regenera en sus ideas y en sus cargos cada cierto tiempo. Los próximos dos
meses están ya llenos con la programación de los detalles y los movimientos de
unos y de otros, y no será fácil salirse de ese guion.
En Béjar, la ciudad estrecha en
la que vivo, se produce algún fenómeno especial y diferente. Desde hace una
legislatura, un grupo disidente del PSOE, TAB, actúa como agrupación política
diferenciada. Por supuesto, tiene todo el derecho del mundo. Pero no estoy
seguro de que el remedio no resulte peor que la enfermedad. Si yo echo cuentas
y repaso los resultados de las últimas elecciones locales, concluyo que, sin
esa separación, la izquierda podía haber gobernado en esta pequeña ciudad. Algo
similar puede ocurrir en estas próximas elecciones locales. Tal vez, unos por
otros, la casa se puede quedar de nuevo sin barrer.
Creo que conozco bastante bien
las causas que produjeron esta separación y reparto culpas entre todos, aunque
no en la misma cuantía. La descripción y el análisis no son para este formato,
pero anuncio que los tengo escritos y tal vez algún día verán la luz. Son entre
40 y 50 páginas que describen mi visión directa de lo que sucedió.
La situación se repite de nuevo.
Otra vez división y veremos con qué resultado. Me duele pensar que una de las
causas principales del desacuerdo sigue manteniéndose viva y tal vez con más
fuerza y visibilidad. Y así resulta más difícil la rectificación y la marcha
atrás de cualquiera. Pero he de decir que esa división seguía siendo una
realidad ya antes de que se conociera que la causa se mantendría, lo que
significa que no solo se actuaba por esa razón sino por alguna más de otro
tenor. Tampoco tengo claro con qué energía se puede defender, desde la
agrupación originaria, una situación en la que no se cree y contra la que se ha
protestado, sin por ello llegar a romper la baraja. Creo que no necesito ser
más explícito, porque cualquiera puede entender qué palillo es el que estoy
tocando.
En fin, que la situación anda
confusa, que alguien se aprovechará de este río revuelto, y, sobre todo, que en
esta comunidad seguiremos sin presentar un proyecto claro y preciso de ciudad que
englobe a casi toda la gente que se siente progresista. La ciudad tal vez no lo
merece. Y los ciudadanos que la formamos tampoco.
En todo caso, estas líneas no
quieren ser ninguna cortapisa a los derechos de nadie ni a la actividad o
agrupación que se crean oportunas. Se trata solamente de una consideración que
puede afectar a todos en un sentido o en otro. Y, además, que puede estar
equivocada. O no.
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