viernes, 29 de marzo de 2019

MONFRAGÜE



MONFRAGÜE

Allí donde la luz forma arco iris
con la brisa que surge de las aguas.
Donde los peces bailan y se bañan
al compás que les marcan las orillas,
y las piedras se mojan y se secan
con la toalla esponjosa de los aires.
Donde el corzo y el ciervo viven libres
entre jaras, encinas y retamas.
Allí donde las águilas y buitres
planean por los cielos, descuidados,
mirándonos mirarlos en sus vuelos,
o se acuestan tranquilos en las peñas,
como dueños de un ático con vistas
a toda la extensión de los pantanos.
Donde el vivir del cielo se ha hecho dehesa
de encinas, que conversan lentamente,
soñando la futura montanera.
Donde el sudor se escurre en los regatos
y deja al campesino suspirando
la justicia que viene de los cielos.
Allí donde dormita la presencia
de los caminos del cansado Tajo,
que mira hacia la mar y en sus pantanos
remansa la inquietud y la sorpresa
del perdido y confuso viajero.
Allí donde los cristos y milagros
van desde Torrejón a Serradilla,
saltando puente a puente, dehesa a dehesa,
y ven, miran y sienten complacidos
todo lo que a su paso ofrece el suelo.

Cielo y suelo al compás del mismo canto,
de una canción que suena lenta y deja           
un eco y un temblor en mi conciencia,
que no sabe cantar tan dulce canto.

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