MONFRAGÜE
Allí donde la luz forma arco iris
con la brisa que surge de las
aguas.
Donde los peces bailan y se bañan
al compás que les marcan las
orillas,
y las piedras se mojan y se secan
con la toalla esponjosa de los
aires.
Donde el corzo y el ciervo viven
libres
entre jaras, encinas y retamas.
Allí donde las águilas y buitres
planean por los cielos, descuidados,
mirándonos mirarlos en sus
vuelos,
o se acuestan tranquilos en las
peñas,
como dueños de un ático con
vistas
a toda la extensión de los
pantanos.
Donde el vivir del cielo se ha
hecho dehesa
de encinas, que conversan
lentamente,
soñando la futura montanera.
Donde el sudor se escurre en los
regatos
y deja al campesino suspirando
la justicia que viene de los
cielos.
Allí donde dormita la presencia
de los caminos del cansado Tajo,
que mira hacia la mar y en sus
pantanos
remansa la inquietud y la
sorpresa
del perdido y confuso viajero.
Allí donde los cristos y milagros
van desde Torrejón a Serradilla,
saltando puente a puente, dehesa
a dehesa,
y ven, miran y sienten
complacidos
todo lo que a su paso ofrece el
suelo.
Cielo y suelo al compás del mismo
canto,
de una canción que suena lenta y deja
un eco y un temblor en mi
conciencia,
que no sabe cantar tan dulce
canto.
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