jueves, 14 de marzo de 2019

ÉCHATE A VER LA VIDA POR EL MONTE




Echarse al monte, literalmente y sin metáforas, a mediados de marzo, en estas tierras altas y con estos ambientes climáticos tan posmodernos es como dejarse enredar en aromas de nueva vida y de anuncio de incipiente primavera. Es verdad que las curvas térmicas son altas y que la noche sigue dejando huella hasta ya entrada la mañana. Pero es que tiene su derecho y aún estamos en territorio del invierno.
Por eso es bueno no pensárselo y dejarse llevar por lo que traiga el cielo. Y el cielo trae el sol, que ya levanta y forma arco más amplio a poco que te descuides y descubre lo limpio de los campos y aclara hitos y alegra con su luz cualquier ambiente. En la ladera norte de estas sierras, allí donde más se refugia la sombra, ya se halla todo presto a recibir la vida y a hacer nacer en todo la fuerza de la naturaleza. El Regajo se viste con flores de los prunos, con flores todavía tímidas y miedosas por temor a la helada. Son las flores que invitan a todos los demás árboles a dejarse llevar por los vagidos de la anunciada primavera. Puedes mirar con mimo a cualquier parte. Verás que los llorones ya muestran brotes verdes hasta haberse vestido totalmente de ellos, o las mimosas enseñan descaradas sus amarillos, y hasta las prímulas empiezan a alzarse del suelo y a levantar cabeza en cualquier parte. También verás castaños de indias rompiendo aguas en sus abultadas yemas o fresnos ya cuajados en sus anuncios verdes. Detente y mira un poco el blanco del espino y sentirás que todo es ya presagio del poder que ha de mostrar muy pronto el tiempo de dominio de la naturaleza.
Cada árbol tiene su gestación y su tiempo para asomarse a la vida, pero los primeros ya siguen el ejemplo de los almendros mensajeros y el campo ofrece una mezcla de soldados desnudos, centinelas perennes del invierno, y jóvenes que salen a conocer la luz y la armonía.
Si caminas con tino y te dejas rodear por el silencio, te encontrarás de pronto con esa sinfonía gratuita que te ofrecen los pájaros desde buena mañana, en el cielo abierto e infinito en que se mueven. Escucha a la paloma y a la tórtola, mira cómo se despereza el estornino o cómo afina el pardal su melodía.
No dejes de pararte en cada fuente y bebe, echa un trago de agua bien fresquita y déjala que ruede libre por tu cuerpo y que te conforme. No olvides que eres antes que nada agua y que la naturaleza te la ofrece pura y gratuita. Y siéntete conforme y agradecido siempre, venera las virtudes de las fuentes y hazlas que sean sagradas. Mira correr sin pausa los regatos, a pesar de que aprieta la sequía. Canta un canto con ellos que sea de acción de gracias por todo lo que te es regalado.
Y camina sin rumbo, que no hay prisa y la conciencia debe tomar asiento algún ratito para que piense el sentimiento y sienta el pensamiento, y así seguir con fuerzas el sendero confuso de la vida, hasta llegar exhausto, pero alegre, al encuentro final con el abrazo de la naturaleza.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Ya comienza a hacer mella la primavera en tu corazón.