AMANECER
El sol se levantaba
como un hondo altavoz del universo.
Sus ojos, somnolientos, lentos, torpes,
expresaban nostalgia de los sueños.
Lo vi salir con calma y asomarse
al umbral que domina la montaña,
donde la piedra linda con el cielo
y el viento ensaya valses con la nieve.
Me miró con dulzura. Me hizo un guiño.
Yo le correspondí con la sonrisa
que produce el asombro y el contento.
Me llené de su luz. Le di un abrazo.
Se deshicieron todas las palabras.
Y juntos nos perdimos de la mano
por los anchos caminos del espacio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario