Se atribuye a Óscar Wilde
la siguiente afirmación: “Cuando era joven, pensaba que el dinero
era lo más importante en la vida; ahora que soy mayor, sé que lo es”. De forma
más popular, se oye con frecuencia esto: “El dinero no vale mucho, pero lo demás
está todo tan caro…” Y así de mil maneras.
Qué frases tan
lapidarias si responden a la verdad. Pues con frecuencia tiende uno a pensar
que realmente así es. Porque resulta que hasta la muerte tiene un precio y las
personas terminan vendiéndose por un puñado de dólares. (Sí, las películas del
Oeste me gustan: algo tengo que salvar de Origud). Casi todo en la vida tiende
a regularse por el patrón del dinero. Y mucho de lo que se opone a ello, en
pensamientos y en acciones sociales y políticas, es precisamente para intentar
que ese patrón no se desmande y provoque resultados inasumibles para la
comunidad. O sea, que vuelta al dinero como regulador.
¿No se puede salvar
nada de este aparente naufragio? Pues acaso dependa del cristal con que se
mire, por más que cualquier cristal mantiene un tufillo que nos lleva siempre
al dinero. Son muchos los creadores que han sentenciado acerca del dinero. Los
hay para todos los gustos. He aquí media docena:
- - Mateo Alemán: “Mejor es hombre
necesitado de dinero que dinero necesitado de hombre”.
- -Del Refranero: “Quien nunca tuvo un
apuro no sabe lo que es un duro”.
- - B. Franklin: “De aquel que opina que el
dinero puede hacerlo todo, cabe sospechar con fundamento que será capaz de
hacer cualquier cosa por dinero”.
- -Voltaire: “Cuando se trata de dinero, todos
son de la misma religión”.
- -Juvenal: “El dinero huele bien venga de
donde venga”.
- -G. B. Shaw: “El dinero no es nada, pero
mucho dinero, eso ya es otra cosa”.
Como se puede suponer, la lista puede ser aumentada con facilidad. Cada uno
contiene una buena carga de profundidad y dispara con bala; merecería un comentario
de desglose. Pero es fácil imaginar que todos los comentarios terminarían
rumiando en el prado de la importancia que tiene este señor tan especial.
Acabamos de pasar unas fiestas en las que los bolsillos se han tenido que
rascar un poco más. Afrontamos las rebajas y la cuesta de enero, esas etapas
que la sociedad de consumo y del dinero nos imponen en su calendario. No sé qué
tal de espacio le hemos dejado al dinero en nuestros bolsillos. Tratádmelo bien
y que no se enfade, porque desembarazarnos de él, por su presencia o por su
ausencia, nos va a resultar imposible.
Si al menos el puñetero se quisiera refugiar de una manera más equitativa
en los bolsillos… Se conoce que algunos lo deben de tratar mejor que otros y
por eso a unos les llena las carteras y a otros ni se digna saludarlos. Qué le
habrán hecho los pobres…
Terminaré con unas palabras de Henry G. Bohn: “El dinero es un buen
sirviente, pero un mal amo”.
Tal vez eso lo explique casi todo.
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