O antes de ayer, que para el caso
es lo mismo, si no se enfada fray Luis. El caso es que el paréntesis de las
Navidades ha tocado a su fin y que iniciamos otro período anual, ese extraño
segmento en que dividimos el tiempo, tal vez porque no sabemos vivir sin estas
particiones y porque no nos convencemos de que el tiempo realmente somos
nosotros y nuestras cosas. Y nada más.
Tal vez el presente no sea más
que el compendio del pasado en un recuelo que nos deposita un café con leche
que tenemos que digerir con los azucarillos que queramos añadirle. Esa
digestión lenta nos producirá los hechos del nuevo año que ya quita sus
primeras hojas del calendario.
No sé hasta qué punto debemos
abrir la puerta de par en par a lo pasado. Seguramente las distintas edades
exigirán más espacio o menos, según sean más alargadas o más cortas. La
biología, los hechos.
No tengo obligación ni necesidad
acuciante para desvelar intenciones personales ni propósitos propios. Ya se irá
viendo y se irá lidiando como se pueda, que el mundo no se agota en uno mismo
ni todo está ni conmigo ni contra mí: no soy tan importante.
Pero soy ser social por necesidad,
por obligación y hasta por abundancia; algo menos por carácter. Y la res
pública me afecta como yo afecto a la res pública, siempre pasada por el tamiz
subjetivo de mi conciencia. Qué le vamos a hacer, en esos parámetros me tengo
que mover.
Pues a seguir dándole vueltas a
lo que llega a mi mente.
Tal vez, para empezar, no está de
más anotar lo de la elección de presidente del Gobierno. Hoy mismo, hace tan
solo unas horas. Como me sucede en tantas ocasiones, estoy ilusionado, pero no
me hago ilusiones. Estoy expectante, esperanzado y hasta ilusionado por ver de
qué manera se legisla en los aspectos sociales. Pero soy bastante pesimista en
lo que al asunto territorial se refiere. Y debo decirlo una vez más: No hay
desarrollo legislativo ni social que arraigue sin un territorio claro en el que
aplicar dicha legislación. Es algo previo. No se puede comenzar la casa por el
tejado.
La consecuencia inmediata, y creo
que lógica, es que ando sumido en una confusión que no me deja asegurar casi
nada. Ojalá todo se encauce con serenidad y se dediquen los esfuerzos a reducir
la desigualdad entre los miembros de la sociedad. Sería ese el mejor y más
importante logro. La otra ventana, por desgracia, sigue ahí, entreabierta y
expuesta a cualquier tormenta o mal aire. Y creo que hay gentes con ganas de
crear tormentas y nublados por todas partes. Salvo que asistamos a renuncias
programáticas o a interpretaciones retorcidas del cuerpo legal.
Veremos.
Por lo demás, amanecerá Dios y medraremos.
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