ANIVERSARIOS
Se suelen echar cuentas, cuando comienzan los años, de los acontecimientos
que van a resultar importantes durante los mismos. Y se seleccionan aquellos
que van a tener más resonancia social. No es más que otra muestra de que somos
seres sociales y de que nos dejamos llevar en buena parte por lo que el grupo
selecciona. Para este año, verán como las miradas se dirigen hacia las
celebraciones deportivas (campeonatos, olimpiadas…), acontecimientos políticos
(gobiernos, elecciones…) y catástrofes llamativas. No resulta sencillo salirse
de ese esquema: la riada te arrastra y te devora.
En un plano mucho más oscuro quedarán noticias y hechos que afectan a menos
personas o que, aun afectando a todos, tienen menos lustre y apariencia
externa. Son todas aquellas que no alcanzan brillo en la escala de valores de
la apariencia que todo lo domina. Porque el clima es general y el sol sale para
todos, la desigualdad se ceba con demasiadas personas, o el tiempo nos va
arrastrando sin distinción de clases. Pero estas consideraciones merecen menos
atención, no entran en los resplandores de las pasarelas ni alcanzan los
seguidores suficientes. Qué pena.
Todavía se oculta un poco más un plano particular, más personal, más único,
más intenso y atractivo. Se trata de aquel que nos afecta específicamente a
cada uno de nosotros de manera especial, porque conforma nuestra vida, o
nuestros afectos, o nuestro entorno más cercano. Los hechos que se incluyen en
este nivel apenas interesan, ni al vecino de enfrente, y pocos tendrán noticias
de ellos. Pero a ellos tendríamos que dedicarles nuestra atención y nuestro
cuidado. A la mierda los espectáculos y las estrellas vacías de contenido, al
estercolero las pasarelas de la moda y de las luces fugaces que solo destellan,
pero que no tienen sustancia sino solo la oquedad del mundo en su cabeza.
Y, como recordaba la canción, “cada uno a lo que hay que hacer: Tú a…, tú…,
tú…” Solo desde esa atención a nuestras pequeñas cosas y a nuestros
aniversarios podremos construir unas vidas más sustanciosas y un mundo más real
y menos engañoso.
Yo seleccionaré alguno de esos hechos que me merezcan la pena, por
recordarlos como aniversarios, o porque merezcan, en otros años posteriores, ser
recordados como aniversario. Como son personales, me los guardaré. Cada cual
hará su elección personal.
Pero como no podemos hurtarnos de todo lo que pasa por ahí, al menos
seleccionemos con cuidado y con provecho. Por ejemplo, al lado de los
acontecimientos deportivos, podemos recordar que este año se celebran el
centenario de la muerte de Pérez Galdós, quien tanto nos enseñó acerca de la
novela y de lo que aconteció en el siglo diecinueve, y el centenario del
nacimiento de Miguel Delibes, que tanto nos dejó dicho acerca de lo que
significa la naturaleza para el ser humano. Tal vez ahora que tan de moda está
eso de la España vacía y vaciada muchos deberían volver a él y a sus libros
para sentir la emoción y la verdad de lo que dice. Yo ya he vuelto estos
primeros días del año a la emoción de su enternecedora obra El Camino.
Son solo dos ejemplos de aniversarios que merecen la pena. No tanto como
los de cada cual, pero más que algunos que nos van a imponer machaconamente.
Pues eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario