AMANECE
EN LA PAZ DE LOS CAMINOS
Amanece en la paz de los
caminos,
la mañana se gesta
lentamente,
con rumor de castaños y
de pinos.
La luz va conociendo su
existencia
a medida que hiere con
sus rayos
la piel de la arboleda y
de las rocas.
Aquí los robles con su
frente altiva,
el rumor de una fuente;
allí el sonido
de un pájaro que canta en
cualquier rama,
o el viento, que acompasa
sus vaivenes
al baile cadencioso de
las hojas.
Se despereza el mundo, se
hace cierto,
y, en el temblor, conoce
que está vivo.
Yo soy luz, soy también
naturaleza;
cuando entrego mis pasos
al sendero,
conozco y me conocen, soy
testigo
del hermoso milagro de la
vida.
También yo tiemblo y vivo
al compás impreciso y luminoso
en que se va fraguando el
nuevo día.
Es el campo un paisaje
que ahora luce
vestido de misterio y de
hermosura.
Respiro satisfecho,
contemplando
lo que la luz me ofrece
y, contemplando,
me pierdo en el olvido.
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