¿NUEVA
NORMALIDAD?
La vida está hecha a los
contrastes y el paso del tiempo nos retrata como seres que cambiamos de
actitud, de actividad y de sensaciones a cada momento. Así formamos el tiempo,
esa línea quebrada punteada de horas y de hechos diferentes.
Ayer fue día de despedida
de Carmen, que agotó su conciencia en el tiempo y, por ello, dejó de ser tiempo
para convertirse en recuerdo y en eco para otras conciencias en el tiempo. En
su recuerdo quedará como último eslabón de su presencia.
Hoy tocó la libertad de
la naturaleza como tocaba antes de todos los episodios vividos. Béjar, esta
ciudad estrecha en calles y en alguna otra cosa, se ensancha en la naturaleza. No
hay más que dar tres pasos y dejarse empapar por las sensaciones que produce el
campo. De Béjar a Cantagallo, por esa ladera umbría y tan frondosa, se puede
realizar un paseo que da para toda la mañana. No hay más que pegar la hebra y
dejarse llenar los sentidos con lo que se les ofrece gratis. Todos los sentidos
pueden participar, por separado o a la vez. La vista se complace, el oído se
dulcifica con el silencio sonoro o el concierto de los pájaros, el tacto y el
olor se dan la mano cuando se acerca uno a cualquier flor, y el gusto se sacia
con cualquier fruto de temporada o con las viandas que uno puede aportar desde
casa. Con la libertad de los sentidos se forman todas las sinestesias
imaginables y el tiempo y el espacio se transforman también en un todo
agradable.
Después de tanto tiempo
con horarios marcados para dar los paseos, hoy gané la mañana completa para
sentirme parte de la naturaleza y no me puse, ni nos pusimos, los límites
horarios de otros días.
La presencia, casi continua,
de la flor esplendorosa del hipérico nos recordaba que la vida sigue su ciclo
continuo de muerte y resurrección, de luz y de sombra, de transformación
siempre.
Con un manojo de hipérico
en la mochila, con la conversación trabada y en libertad de asuntos que, como
siempre, intentaban arreglar el mundo, volví para casa. Con ellos me traje de
nuevo la certeza de ese vaivén continuo que es la vida. También yo soy un todo
variable que debo acompasarme a los latidos que marcan la conciencia de esa
naturaleza, la pequeña y la grande, la de aquí y la de allí, la de esta geografía
y la de todo lo que forma el universo.
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