viernes, 19 de junio de 2020

¿NUEVA NORMALIDAD?


¿NUEVA NORMALIDAD?
La vida está hecha a los contrastes y el paso del tiempo nos retrata como seres que cambiamos de actitud, de actividad y de sensaciones a cada momento. Así formamos el tiempo, esa línea quebrada punteada de horas y de hechos diferentes.

Ayer fue día de despedida de Carmen, que agotó su conciencia en el tiempo y, por ello, dejó de ser tiempo para convertirse en recuerdo y en eco para otras conciencias en el tiempo. En su recuerdo quedará como último eslabón de su presencia.

Hoy tocó la libertad de la naturaleza como tocaba antes de todos los episodios vividos. Béjar, esta ciudad estrecha en calles y en alguna otra cosa, se ensancha en la naturaleza. No hay más que dar tres pasos y dejarse empapar por las sensaciones que produce el campo. De Béjar a Cantagallo, por esa ladera umbría y tan frondosa, se puede realizar un paseo que da para toda la mañana. No hay más que pegar la hebra y dejarse llenar los sentidos con lo que se les ofrece gratis. Todos los sentidos pueden participar, por separado o a la vez. La vista se complace, el oído se dulcifica con el silencio sonoro o el concierto de los pájaros, el tacto y el olor se dan la mano cuando se acerca uno a cualquier flor, y el gusto se sacia con cualquier fruto de temporada o con las viandas que uno puede aportar desde casa. Con la libertad de los sentidos se forman todas las sinestesias imaginables y el tiempo y el espacio se transforman también en un todo agradable.

Después de tanto tiempo con horarios marcados para dar los paseos, hoy gané la mañana completa para sentirme parte de la naturaleza y no me puse, ni nos pusimos, los límites horarios de otros días.
La presencia, casi continua, de la flor esplendorosa del hipérico nos recordaba que la vida sigue su ciclo continuo de muerte y resurrección, de luz y de sombra, de transformación siempre.

Con un manojo de hipérico en la mochila, con la conversación trabada y en libertad de asuntos que, como siempre, intentaban arreglar el mundo, volví para casa. Con ellos me traje de nuevo la certeza de ese vaivén continuo que es la vida. También yo soy un todo variable que debo acompasarme a los latidos que marcan la conciencia de esa naturaleza, la pequeña y la grande, la de aquí y la de allí, la de esta geografía y la de todo lo que forma el universo.

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