miércoles, 24 de junio de 2020

REENCUENTRO



REENCUENTRO
Para mis hijos y mis nietos, en el primer día
de reencuentro después de la pandemia.

Estabais agitando en la ventana
vuestras manos en forma de saludo,
como abriendo la puerta a la alegría
y apagando la voz de la tristeza.

La mañana se puso de arco iris.
Tembló la luz. Mis ojos se sintieron
un presagio de llanto prematuro.
“Abuelito, no llores, la alegría
no puede dar cabida a la tristeza
y hoy estarás contento a nuestro lado”.
Las lágrimas cesaron
para dejar su sitio a los abrazos,
que estaban impacientes
para cumplir, por fin, su cometido.

El tiempo volvió a ser nosotros mismos,
aquello que otro tiempo habíamos sido.

Nos fuimos a la calle, como en busca
de todos los espacios conocidos.
Y volvió el pormenor entre nosotros
a hacernos compañía, 
la memoria
resucitó el recuerdo de los días,
como si todo fuera el resultado
de un mal sueño sin causa y sin sentido.

Al filo de la tarde y de las sombras,
volvimos a tomar nuestro camino.
Miraba hacia el perfil del horizonte
y me sentí confuso, perturbado,
pensando en si los días serían ya todos
tan seguros, alegres, verdaderos.

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