martes, 16 de septiembre de 2014

¿PODEMOS?



Se desarrollan en España algunos fenómenos sociales y políticos de esos que marcan la Historia, al menos la de unos cuantos años. Como ahora todo se publica y se publicita, según las tendencias y los intereses de cada uno de los que lo hacen, casi todos los ciudadanos asisten a los sucesos como espectadores o como extras de esta gran película.
Una cosa es ver el partido y otra no igual participar en él. Porque esta modernidad de medios de comunicación nos provoca esta frustración: conocemos los hechos, pero los tenemos que ver pasar sin apenas poder dar un aplauso o lanzar un tomate al escenario.
De entre todo lo que se cuece por ahí, tal vez lo de más alcance sea lo del referéndum en Cataluña y el ascenso y consolidación de Podemos, ese incipiente partido político que se extiende y se extiende como bomba de racimo.
Suceda lo que suceda con el primer asunto, lo peor de todo es que el mal ya está hecho y la mala relación entre territorios y personas, el mirarse por encima del hombro, el no pasarse ni una, la animadversión y hasta casi el odio, será algo que durará por muchos años. No importa cuál sea el resultado final, ni siquiera las formas en las que se termine sustanciando el caso.
Hasta hace no mucho pensaba que el fenómeno de Podemos era algo que se apaciguaría y que no iría mucho más allá en cuanto la situación social y económica encontrara alguna vía de calma y de esperanza. Todavía hoy sigo pensando que hay mucho más de rabia y de protesta que de ideología y de entusiasmo. Pero también observo que los medios de comunicación siguen interesándose por esa conmoción y que con esa ocupación continua la alimentan y le dan alas. Para mí, a día de hoy, el panorama aún no está claro y creo ver en ese batiburrillo de movimiento asambleario mucho elemento de poca enjundia y de mucho desconcierto. No es el caso de los impulsores nacionales pero sí el de otros que se significan en otros lugares. Estoy a la expectativa para ver qué sucede en estos meses próximos y cómo se concreta la ideología y la forma de actuar.
Porque del mismo hecho se pueden dar dos resoluciones muy distintas. La primera es la de la ilusión por la ilusión, sin fundamento y sin trabazón, sin discurso ideológico determinado y al albur de lo que cada reunión vaya dictando. Ese, para mí, no es buen camino. La segunda es la de la ilusión compartida pero formulada y trabada en ideas concretas y en fines claros. Si eso se logra y se consigue dar a conocer con sencillez y cordura, acaso sí que PODAMOS y la comunidad se entusiasme con participar en un cambio real para esta sociedad, en la que lo que importe sea el valor de la persona y el empuje común vuelva a ser una raya clara en el horizonte que marque un camino para recorrer con ganas y en común. Solo la palabra PODEMOS tendrá un sentido real si el ciudadano es capaz de mirar al futuro con ilusión y no solo al pasado con rabia y mala leche.

En la misma tarea tendrían que estar empeñados todos los partidos, fundamentalmente los de la izquierda, pues esa es su seña de identidad. A pesar de toda la losa del pasado que tanto les pesa en las espaldas.

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