martes, 30 de septiembre de 2014

PALABRAS PARA JOSÉ ANTONIO LABORDETA



Querido “Abuelo”. Como una albada del viento me llega la noticia del homenaje que te han dedicado en Zaragoza, con motivo del cuarto aniversario de tu muerte. ¡Cómo es posible que hayan pasado ya cuatro años!
Recuerdo que la noticia de tu muerte me pilló con los oídos puestos en tus canciones, camino de Ávila, otra provincia y otras llanuras áridas que piden y pedían “agua para el erial y trigo para el secano”. Iba, como tantas veces, a pasar el día con mis hijos y escuchaba con emoción aquellas notas del “adiós a los que se quedan y a los que se van también”, que tú me desgranabas con tu vozarrón al viento. Imagínate, con mis hijos por ahí y yo suspirando siempre por su presencia…
Quizá te lleguen ecos de la emoción que me has hecho pasar siempre con tus invocaciones y de las horas que me has tenido en tensión y con el sentimiento a flor de piel, de las mañanas en las que me has impedido realizar nada que no fuera seguir y seguir pegado a las notas y a las ideas que sustentaban las letras de tus canciones. Te tienen que haber llegado pues sospecho que han sido muchos los que lo han experimentado como yo.
¿Y sabes lo que me ha ocurrido hoy de nuevo? Pues eso, que me has jodido y me has robado todo el tiempo sentado en la emoción y hasta en el lloro. Amigo, cabroncete, agitador total, hermano hombre (como decía tu hermano en uno de sus versos), que me robas el alma en tus canciones y no puedo hacer nada que no sea derramarme en lo que dices. Y es que, si no tus besos, sí tus canciones “me saben a madrugada”, y las busco y las sigo por doquier.
Porque aquí todo sigue igual que siempre: “Y a mí ya me ves, / de casa a la oficina, / luego por las calles, / a ver cómo se pasa / el tiempo en las esquinas.” Y los demás, pues eso: “El tiempo se derrama mansamente / por la iglesia barroca y por la plaza, / mientras los chicos crecen, / se hacen hombres y escapan.” En fin, “lo que sucede y pasa”.
Corren tiempos, amigo, de miedo y de zozobra en este país vario que tú creías tener en la mochila, surcando los caminos y senderos, con aire sorprendido y satisfecho. Es tiempo de volver a alzar la vista, de rabia y de mirarlos a la cara para mandarlos de nuevo a la mierda, por más que el exabrupto les manche la corbata y la conciencia: ”Habrá un día en que todos, / al levantar la vista, / veremos una tierra / que ponga libertad.”…”También será posible / que esa hermosa mañana / ni tú ni yo ni el otro / la lleguemos a ver, / pero habrá que empujarla / para que pueda ser.” Porque “pueblo, niebla, viento y sol” no son solo esencias y misterios de tu tierra querida, sino también de tantas otras que forman esta madre y madrastra que llamamos España.
Voy a seguir dejando que tus cenizas limpias se derramen sobre mis emociones, y será tu recuerdo, y serán tus canciones, y será tu empujón el que me habite durante mucho tiempo.

Amigo, voy a ello. Un abrazo muy fuerte.  

1 comentario:

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Gutiérrez Turrión:

Pasa el tiempo. Un recuerdo para Labordeta, y César Vallejo.
Jueves será cuando regrese a casa...
Trilce

Abrazos