Casi siempre se escribe en defensa personal: para
reafirmar una idea, para darle vida a otra que rondaba en las salas del
silencio, para gritar simplemente tu existencia y calmar esa rabia o
sentimiento que te consume, para…
Hoy redacto estas líneas para darle portazo a
algo que me ha sumido en la preocupación y en la incomprensión durante
cincuenta años, casi desde que mi mente se abrió al espacio y al tiempo.
La banda terrorista ETA anuncia públicamente su
desaparición. Y lo hace casi perdonando la vida a las víctimas de sus
asesinatos. Porque lo que perpetran los asesinos son asesinatos. Y ellos son
unos asesinos. Lo escribiré otra vez por si acaso. Los miembros de la banda ETA
son unos asesinos.
Esa enfermedad crónica larvada nos ha tenido a
muchos medio siglo pendientes de gente sin razón, de cavernícolas con cabeza de
antediluvianos, y nos ha arrebatado fuerzas que tenían que haber sido dedicadas
a las mejoras sociales de la comunidad. Qué despilfarro, qué sima histórica,
qué manera de poner barreras al progreso. No creo que en este país nada haya
desgastado tanto como este conflicto de cafres y de asesinos. Porque creo que
ya he dicho que los miembros de ETA son unos asesinos. Por si acaso, lo
repetiré otra vez: ASESINOS.
Mi lejanía en el espacio y el hecho de que,
para mi suerte, ningún crimen ni extorsión me haya rozado siquiera, no me
impide quejarme de todos los sentimientos que me han robado y de todas las
energías que se han desviado para ese conflicto sangriento. La comunidad entera
es y ha sido grave víctima de estos asesinos. Y las generaciones se gastan, y
la vida no regresa, por desgracia.
Así que tanta paz lleven como descanso dejan.
Esta comunidad, como todas, necesita empujones de entusiasmo en objetivos
comunes que favorezcan a todos, sobre todo a los más necesitados, y está petada
de gentes cuya única obsesión es el particularismo y la ventaja personal o más
próxima. El panorama, en otros frentes, tampoco invita precisamente al
optimismo. Y de nuevo los versos del poeta: “De todas las historias de la
Historia, / la más triste, sin duda, es la de España / porque termina mal, como
si el hombre…”
Luego ya será tiempo de ir curando los restos
de la herida. No quiero hablar de ello. Será bueno encararlos con generosidad y
con cautela, mas nunca con olvido.
Hoy será suficiente despedir a la banda sin bajar
la mirada. Así que hasta otro día. Agur, ASESINOS.
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