sábado, 12 de mayo de 2018

EN LA CASILLA DE SALIDA



Hoy me he acodado en casa, remolón y vaguete. Tenía el propósito de no hacer caso a lo que llegara de Cataluña, pero he caído en la tentación y he escuchado una parte del discurso del candidato Quim Torra.
Qué pena. Estamos en la casilla de salida y con las posiciones más reforzadas. La verdad es que no debería sorprendernos nada de todo lo que sucede pues tiene la lógica del que se ha marcado un camino en su cabeza y no ve otra salida que lo que tiene decidido de antemano.
Sigo pensando que hay un hecho clave, que es el que explica todos los demás. Se trata -se sigue tratando- del SUJETO DE SOBERANÍA, de quién tiene derecho a decidir. No le den más vueltas, esta es la clave y la ganzúa que abre la puerta. El resto se desploma en cascada y siempre vuelve al principio. Los independentistas catalanes no admiten ni acatan la supremacía del Estado y solo se atienen a la voluntad de la gente del territorio catalán. Además, dentro de él, se acogen a la mayoría parlamentaria, sea del tipo que sea, creyendo que les da derecho a legislar sin límites, incluso en contra de todos los demás.
A partir de este hecho se pueden analizar todos los acontecimientos: las leyes inconstitucionales, las huidas al extranjero, los victimismos, las llamadas al diálogo sin condiciones (a quién querrán engañar), los caudillismos, los nombramientos dictatoriales a dedo (esto ya ni en las dictaduras), las sumisiones vergonzosas sin discusiones ideológicas, el olvido de la realidad diaria, el fanatismo, el supremacismo, el egoísmo, ciertos brotes de fascismo… Todo vale con tal de no perder el hilo y el puente con lo que existía antes de la aplicación del artículo 155, es decir, todo se resume en el no reconocimiento de la constitución y sus consecuencias.
Sigo en mis trece al pensar que algo de razón habrá cuando tanta gente se somete a lo que me parecen formidables disparates y muestras de egoísmo insoportables; me gustaría que alguien del mundo independentista -serenamente, si es posible- me argumentara y tratara de convencerme. Es que no veo ni un solo centímetro de solidaridad, de justicia o de razón.
El conflicto estaba servido y asentado para muchos años, pasara lo que pasara. Desde hoy no ha hecho más que enfangarse más y echar raíces más hondas.
Vuelvo a pedir auxilio. Llevo cincuenta años pendiente de ETA. Ahora me someten a otro largo periodo de nacionalismo catalán. Por favor, ¿alguien posee alguna medicina que calme este dolor? ¿No hay nadie por ahí que, en lugar de ponerme pegas para todo, exprese sus ánimos de juntarse conmigo para ayudarnos en lo que podamos ambos? Porque digo yo que quien quiere alejarse es el mundo independentista y no yo. Aunque, cuando les oigo hablar, hasta parece que defienden lo contrario. Es, en todo, el mundo al revés.
Estoy triste, desconcertado, desilusionado y desanimado. No veo más que fuerzas centrífugas y nadie me explica los beneficios que eso causa. Yo veo sobre todo odio y malas caras. Y quiero ver personas que me quieran y me miren con confianza. Sigo pidiendo ayuda.

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