“…los que el vulgar aplauso pretendieron /porque, como las paga el vulgo, es justo / hablarle en necio para darle gusto”. Lope de Vega, El arte nuevo de hacer comedias.
A veces
se acumulan los sucesos y, cuando pasa el tiempo, también sus recuerdos. Hoy,
por ejemplo, 15M, cualquiera vuelve a llenarse de imágenes de aquellas riadas
humanas que llenaron la Puerta del Sol, que se sentaban a hablar con libertad,
que pidieron a grito pelado un cambio de rumbo y de velocidad en los hechos
sociales, que… Y hoy también las gentes de la capital de eso que se sigue
llamando España -algunas gentes, quiero decir- se desparraman por la pradera
para festejar a su patrón, san Isidro, aquel santo que se cobijaba a la sombra
de la encina mientras los bueyes araban solos. Mira tú qué fácil habría sido
que todos los bueyes araran como aquellos y que, de esa manera, los sufridos
labradores de las mesetas se hubieran librado de tantos y tanto sudores y malos
ratos. Cachis en la mar, esto de los milagros y de los designios divinos no hay
quien lo entienda. En fin, no nos extendamos más, no siendo que salgamos a
caminos vedados al tránsito y tan llenos de piedra que no puedan ser arados.
Lo de
Madrid no es más que un síntoma añadido. Eso sí, que afecta a muchos millones
de personas. Y, aun así, interesa como ejemplo para todos los demás casos, no
por sí solo, por más que sea muy visible. Es asunto que a mí me pone de los
nervios y, tal vez por ello, acudo con frecuencia a su contemplación.
Veo en
todos los medios a los representantes políticos y sociales vestidos con la
vestimenta tradicional y castiza, haciendo directamente el ridículo más
espantoso. Es verdad que no a todos les sientan las prendas de vestir igual,
pero verlos hoy y verlos otros días, con su vestimenta de trabajo, es como
encontrarse con un jupiterino y que encima te sonría.
¿Alguien
se imagina a Errejón, representante de Podemos, vestido de manolo, de chulapo o
de chispero por la universidad? ¿Y al señor Carmona? A la venerable alcaldesa
Carmena ni siquiera puedo intentarlo. Creo que la imagen se puede extender a
cualquier otro portavoz. Ahora vedlos marcándose un chotis. Bueno, mejor
dejadlo y no degradéis más la cosa.
Me sigo
preguntando qué hacen todos ellos en esa situación tan lamentable. En Madrid,
bailando un chotis; en Barcelona, ensayando una sardana; o en Valladolid,
interpretando una jota. Entiendo perfectamente que quien, por costumbre, acuda
a esos saraos, también lo haga el día de la fiesta común: está en su ambiente y
no sobreactúa ni se prostituye en nada. Allá él o ella, que se diviertan. Pero
los que van a dejarse ver haciendo el espantajo….
Se me
dirá -se me suele decir- que los representantes tienen que ir a todos los
lugares populares a los que acudan los vecinos, aunque no les guste. Entonces,
argumento, ¿por qué no acuden a las manifestaciones del 1º de mayo, o a las
manifestaciones feministas, o a las presentaciones de libros, o a los partidos
de canicas, o…? ¿Es que esto no tiene límites? Obsérvese que, para más inri, se
suelen prodigar en las manifestaciones más cutres y trasnochadas.
Me
parece evidente que, en general, suelen acudir a aquellas manifestaciones
populares en las que ellos mismos pueden salir de allí más “populares”. Y para
ello se sacrifica hasta el mejor cordero que se tenga. Desgraciadamente, lo
exige el sistema en el que estamos instalados, pues una de las primeras
“cualidades” que se le exigen a cualquier candidato es su “popularidad” y el
hecho de ser conocido por todos. Si no fuera así, los medios de comunicación se
encargarían de mandarlos al matadero desde el primer día. En ese plan, gastamos
casi todos los esfuerzos en los preparativos y en las campañas para llegar al
poder ganando elecciones. Y, cuando hemos ganado unas, ya estamos encaminando
las siguientes estrategias y esfuerzos hacia las siguientes. De este modo,
terminan siendo mucho más importantes las fotos que las ideas, las campañas que
los programas. Y, al cabo del tiempo, la fatiga y el desánimo pueden aparecer,
a poco que se reflexione y se extraigan consecuencias.
Ah, por
cierto, dentro de muy pocos días, se iluminará el Rocío, y la Peña de la Cruz…,
y todas las fiestas de primavera. Pues eso.
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