lunes, 21 de mayo de 2018

DE SUPUESTOS Y PRESUNTOS



Esa bendita ocupación que he profesado, y que me ha llevado a indagar en el principal instrumento de comunicación que poseemos, el sistema lingüístico, me ha puesto muchísimas veces en el álbum de fotos de la imprecisión y de la ambigüedad. Eso debería haberme conducido, entre otras conclusiones, a la de la relatividad y la de la predisposición a la comprensión y de la disculpa. No estoy seguro de haberlo conseguido.
Este sistema basado en las palabras es -lo he escrito en numerosas ocasiones- pobre e impreciso, solamente aproximación a la realidad, cifrado incompleto del pensamiento, viajero asustado en el proceso de la comunicación. Pero las mismas razones deberían llevarnos a su cuidado y a su mimo, a un intento continuado de aprehenderlo y de hacerlo amigo nuestro, a un empeño en manejarlo cada día un poquito menos mal, a pesar de la certeza de que el empeño se moverá siempre en el terreno del deseo más que en el de la realidad.
Algunos ejemplos nos ilustran mejor que otros, por razones muy diversas. Hoy apunto solo uno en estas líneas. Lo hago por su frecuencia y por su repercusión social. Se trata de todos los presuntos habidos y por haber. No me digan que no somos todos presuntos. “A ha matado presuntamente a B”. “El arma con la que A ha herido presuntamente a B”, “A ha sido detenido como presunto autor de un delito sexual·, etc.
Cuando oímos estos usos, creo que tendemos a ponernos de mal humor con tanto presunto. ¿Cómo es posible que A sea presunto si lo han pillado con las manos en la masa? ¡Si el hecho no tiene vuelta de hoja y está clarísimo! ¿Qué es eso de que el asesino es presunto si hasta en la cara se le ve la maldad? Ese tío no es presunto, es asesino y ya está.
Pues no hay tal cosa, por mucho enfado que la codificación de la noticia provoque en nosotros.
Presunto tiene un campo de acción que no se pone en marcha hasta el momento en el que el poder judicial no abre diligencias procesales, y siempre antes de que se dicte sentencia. Entonces, ¿qué son todas esas personas a las que la maldad les sale por los poros y de los que tenemos indicios evidentes de que han cometido hechos condenables? Pues todavía no son presuntos; son solamente supuestos, o posibles. De esta manera, las frases de arriba deberían componerse de la siguiente forma: “A ha matado supuestamente a B”, “A ha sido detenido como supuesto autor de un delito sexual”.
Quizá podríamos resumir así: posibles somos todos, supuestos solo los de los indicios, y presuntos los que se han embarcado en el camino judicial.
¿Cuántos de los posibles se convierten en supuestos? Y de estos, ¿cuántos pasan al grado de presuntos? Es juego al que está invitado a participar el que quiera. Seguro que los resultados serán muy diversos.
Pero, como la lengua es, antes que nada y sobre todo, un instrumento de comunicación y está transformándose continuamente, no estoy seguro de que las precisiones que he tratado de indicar tengan ya realmente vigencia. Vaya usted a saber.

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