LA
LENGUA Y LA PANDEMIA
El tiempo es uno de los
dos pilares en los que se asienta nuestra percepción de la vida; el otro es el
espacio. Sin el concepto de tiempo no sabríamos vivir. Se trata de un
subterfugio con el que nos engañamos y que nos sirve para simular que tenemos
atada a la vida en períodos. Pura ilusión.
Solemos distinguir (nueva
ilusión) entre pasado, presente y futuro. Después, hasta nos atrevemos a otras
subdivisiones, que quieren ser más precisas. Así, dentro del pasado, acotamos
pretérito perfecto compuesto, simple, imperfecto, pluscuamperfecto, y hasta los
ya casi olvidados pretéritos anteriores.
Una explicación muy
sencilla nos indica que el pretérito perfecto (ha pasado) indica una acción anterior en un tiempo no finalizado;
por el contrario, el pretérito perfecto simple (pasó) se refiere a una acción pasada en un período de tiempo
terminado. A ello hay que añadir las variantes geográficas, las connotaciones…
Pero quedémonos con lo general.
La lengua no es más que
una pobre aproximación a la realidad. Pobre, muy pobre. Como, además, la
realidad es cambiante, le lengua se hace un lío continuo y navega en las
imprecisiones. El que no entienda esto estará pidiendo peras al olmo y se
quedará sin postre.
Si nos fijáramos un poco,
veríamos que los medios oficiales y los portavoces de casi cualquier organismo
han modificado sus tiempos verbales y, podíamos decir, se han cambiado al pretérito
perfecto para hablar de la situación de la pandemia. Solo hay que fijarse un
poco para detectarlo. Así, lo peor ha
pasado, han sido días muy duros, los profesionales se han portado… Frente a
estas expresiones, no hace casi nada escuchábamos nos esperan semanas muy duras, estamos viviendo momentos muy
dolorosos, los hospitales están saturados…
Los discursos se van
trufando de formas verbales en pasado; primero próximo, todavía con miedo, aún
dentro de periodos de tiempo que no estamos seguros de que hayan pasado del
todo porque nada hay seguro todavía…
Pero algo es algo. Empezamos
a sentir los hechos como algo que va quedando atrás, aunque nos sople en los oídos
y nos amenace. El lenguaje traslada como puede y sabe, o sea, débilmente, la
realidad, tanto física como sicológica.
¿Cuánto tiempo tendrá que
pasar para que en los discursos se cuele el uso del pasado simple para hablar
de la pandemia? Serán los momentos de lo
peor ya pasó, fueron días muy duros, los profesionales se portaron, los
hospitales estuvieron saturados…
De momento, celebraremos
la presencia del pretérito perfecto compuesto (han pasado). A ver si pronto le hacemos hueco al pasado simple y
podemos gritar pasaron. Venga.
1 comentario:
Me gusta tu optimismo, Antonio, pero ya sabes que hasta el rabo todo es toro...
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