PERO NO ME HAGO ILUSIONES
Se despejan, por fin, las dudas acerca de
los resultados en las elecciones políticas de los Estados Unidos de
Norteamérica: Joe Biden será el próximo presidente de los EE UU.
El mundo entero lleva casi una semana hablando
(casi) solo de este asunto: corresponsales a gogó, telediarios a todo trapo,
programas especiales, conexiones en directo a todas horas… El diluvio y el fin
del mundo.
No puedo negar que el hecho afecta a todo
el mundo mundial, porque el imperio es el imperio. Pero no sé en qué tanto por
ciento lo promueven el papanatismo y el seguidismo de los demás, que no hace
más que engordar el valor de cualquier cosa que proceda de la capital del
imperio. Por si fuera poco, me parece que este seguidismo de tontos de pueblo
no hace otra cosa que aumentar la concentración de poder y la unificación de
escala de valores, que se imponen, por supuesto, desde ese centro de poder. O
sea, que hacemos un pan como unas tortas.
Por lo demás, al menos nos hemos librado
de esa cosa tan achulada y sacapechos llamada Donald Trump. Desde la distancia,
y con todos los respetos para los electores, que tienen más elementos de juicio
y eligen a quien creen oportuno, parece mentira que seres de este talante y
escasez de talento puedan estar el frente de un país de más de 300 millones de
personas. Son los estragos de los populismos y los destellos del dinero, de las
imágenes y de la inmediatez. Pero sea lo que los electores quieran: ellos son
los que deciden.
Como alguna vez escribí en situación
parecida, cuando ganó por primera vez Obama, una cosa es ilusionarse y otra
hacerse ilusiones. Más por librarse de uno que por la llegada de otro, uno se
ilusiona, pero no se hace ilusiones: el imperio seguirá siendo el imperio, las
escalas de valores seguirán estando ahí y América first continuará en lo alto
de las acciones y de las intenciones. Y eso nos afectará a todos.
La vida es una suma graduada de hechos. No
es lo mismo so que arre, aunque en ambos casos el burro sea el destinatario.
A Mí me seguirá molestando ese seguidismo
que creo ver en casi todo por parte de las gentes europeas y españolas. Y estas
sí que me pillan más cerca y me duelen más. Cualquier escena de cine americano
será el séptimo cielo, unas notas musicales cantadas en inglés serán
reconocidas como la mejor sinfonía y nos sabremos la talla de pie que calza el
último de los actores secundarios de Hollywood. Tal vez no nos quede tiempo
para mirar, compadecer, analizar, rechazar o animar y admirar lo que anda a
nuestro lado.
Y en este plan.
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