Hace diez años, por estas fechas, compuse este poema que ahora comparto.
OTOÑO
EN BÉJAR
Está el otoño con vestido
largo,
con un aire de fiesta que
indica despedida,
con un balanceo rítmico a
la altura del aire,
donde bailan las hojas
con dulce decadencia.
Hay como una conciencia
limpia y una luz muy clara
en cada espino del zarzal
dormido.
Aquel grito gozoso
de semen vegetal que daba espumas
en las auroras de la
primavera
se ha refugiado en grises
fuertes y dorados,
en fuegos mutilados
por el hermoso sol de las
laderas.
Hay un susto en las copas
de los pinos,
como en protesta por
quedarse solas,
por decir adiós a todo el
manto
que se deja vencer y se
desploma
hacia la eterna soledad
del suelo
y un zureo de palomas
y un revuelo de lunas en
el cielo,
y hay en el aire un trino
que salmodia una queja
regada con las lágrimas
que los árboles vierten
de sus venas.
Dejadme entre castaños y
entre pinos,
con el rumor del aire,
con el rumor suave que
ordena los paseos
cuando la tarde acoge las
pisadas
de los que van sin rumbo
definido.
Me perderé en el bosque,
buscaré las estancias
vacías de las grutas,
suplicaré el silencio del
silencio
y el tiempo y el espacio
caerán en el olvido.
Qué locura de otoño,
qué muerte entre las
muertes,
qué dulce desnudez
para volver de nuevo a la
estación del frío.
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