Señores Irene Montero y Pablo
Iglesias Turrión
He tenido noticias de que han
comprado un chalet en la zona norte de Madrid, nada menos que por la cantidad
de 600.000 euracos. De cien mil para arriba ya no me atrevo a hablar de euros
sino de euracos.
Permítanme que les dé unos
datos. Soy hijo de carbonero (de los de hacer carbón en el monte, no de los de
venderlo). Somos nueve hermanos. Siempre estudié con beca (en la universidad,
con beca salario: una parte la entregaba a las necesidades de mi familia). En
mi casa cuelgan los títulos de tres carreras universitarias. He ejercido como
catedrático en un instituto. Supongo que lo sigo siendo pues no sé si esta
condición se pierde. Tengo dos hijos y dos nietos preciosos, y estoy jubilado. Cuando
tenía treinta años tuve que hacerme cargo, como presidente, durante varios
años, de una cooperativa de viviendas. Esta ocupación me llevó horas y
disgustos para dar y regalar. Si yo le contara… Desde entonces vivo en una de
esas casas construidas en cooperativa. Mi casa tiene 90 metros construidos, en
los que está incluida una terraza que mira a la sierra y me ofrece unas vistas
muy hermosas…
No tengo ningún interés en
criticar que ustedes vivan en un lugar espacioso y agradable. Aquello de que la
gente de izquierdas (porque supongo que son de izquierdas, aunque al principio
aseguraban que no eran ni de derechas ni de izquierdas, y yo miraba al cielo y
me quedaba turulato pensando qué serían entonces ustedes) tiene que vivir “debajo
de un puente” no es más que un recurso sin fundamento de los más poderosos. Así
que deseo que ustedes y sus hijos vivan lo mejor posible. Yo mismo habría cumplido
con uno de mis mayores deseos si hubiera tenido la oportunidad de adquirir una
vivienda muy grande. Y ¿sabe para qué? Pues sencillamente para darle más
espacio a mi familia: a mis hijos y a mis nietos. Verlos correr por un amplio
jardín todavía me quita el sueño. Y para tener un espacio mayor como
biblioteca. Me dan ustedes envidia.
Pero es que hay algunas cosas
que no me encajan del todo. Seiscientos mil euracos son muchos euracos. Empiezo
a contar y me pierdo. No sé de dónde los van a poder sacar. Creo que más que
hipotecar una casa van a hipotecar toda una vida. Y eso ya comporta otras
variables más importantes porque la libertad se coarta y las dependencias se
hacen más fuertes.
He dicho en muchas ocasiones
que defender unas ideas de justicia social no implica que quien las defienda
tenga que vivir en la miseria. No haré ahora una cosa distinta. Pero es que seiscientos
mil euracos son muchos euracos, y el grueso de la sociedad no anda ni para soñar
en cantidades semejantes. Y muchos tienen hijos, saben ustedes; y a todos les
gustaría que los suyos corrieran por el jardín y se mojaran en la piscina.
Es que ustedes han metido en
el mismo saco a demasiadas personas y han exigido, sin mesura y creo que con
escasa humildad, muchas cosas que, seguramente, son evidentes, pero que así,
arrasando con todo, dejan el campo yermo y sin posibilidad de comprensión
cuando vienen mal dadas.
Les voy a confesar algo
personal. Soy militante, testimonial, de un partido de izquierdas. En unas elecciones
europeas voté la opción de Podemos. Después, me he sentido insultado en varias
ocasiones por sus formas y por esa manera de barrer todo con una aspiradora,
como si el Mediterráneo, con toda la basura y con todas sus hermosas playas, no
estuviera ya inventado y todo lo bueno lo hubieran traído ustedes. No hombre,
no, detrás hay toda una hermosa historia de gentes que se han dejado esfuerzos
y vidas en pro de una sociedad mejor. Y han cometido errores, claro, y han traído
aciertos también.
Confío mucho en la fuerza y en
el impulso de las personas jóvenes. Creo que, además, están mejor preparadas.
Además, no hay en ustedes tantas sospechas de másteres y carreras nebulosas.
No obstante, habrá que
recordar que la mejor postura intelectual es la de la duda y la de las aristas,
la de la comprensión y la de la inclusión. Y hasta la del perdón, si me lo
permiten. En ese contexto estaríamos más de acuerdo y sumaríamos más fuerzas. Desde
la fraseología bélica y desde la exclusión total del adversario, no creo que
andemos por buen camino. Un poco más de humildad, por favor.
Es que, si de marbetes
conceptuales de trata, prefiero quedarme con aquel que apunta a que, “si no
vives como piensas, terminarás pensando como vives”.
Salud para disfrutar de esa
gran casa e inviten ustedes a otros niños a la hermosa piscina en los tórridos
veranos de ese poblachón manchego que es Madrid. Yo, si ustedes vienen alguna
vez por Béjar, aquí, en el sur de Salamanca, les invito a mi terraza y a sus
hermosas vistas de la sierra.
Un abrazo.
1 comentario:
Y digo yo Sr. Turrión, ¿es que hasta ahora hemos ido por buen camino con este bipartidismo que todo lo ha arrasado?. Lo mismo posturas como la de Podemos, en la que usted ve tanto radicalismo y exclusión, lo que pretenden es cambiar de verdad las maneras de gobernar y repartir los recursos públicos. Ya le digo yo que lo que defienden se acerca más a las maneras de pensar de esas personas que dieron su vida por un reparto más justo del bien común. No se trata de que estos políticos se hayan comprado una casa de 600 mil euros, lo pagaran con los recursos generados por su trabajo durante muchos años, se trata de no robar de lo público por el interés propio.
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