Se fue el fin de semana con la
reunión descrita del PSOE. Y son solo tres días y ya nadie se acuerda de lo que
allí se ha dicho. Ya son otros los dichos, son otras las imágenes. El mundo es
así de divertido y los medios se encargan de ponerlo todo a su servicio. Y hay
que darle puerta a casi todo, pues la renovación es lo que importa, las
imágenes nuevas y las portadas viejas. Es el esquema simple del morbo y del
negocio. Claro que, si no le dedicaron tiempo y opinión en los días de autos,
mucho menos lo van a hacer con los días cumplidos.
Le dedico líneas a este hecho y a
este partido porque, dentro de lo que hay, es el que más posibilidades tiene de
provocar un cambio de gobierno y porque es símbolo de lo que sucede en los
medios con las formaciones políticas. Pensar lo que hacen esos medios con las
reuniones de otros grupos minoritarios es ya para echarse a llorar.
Es el caso que siguen a la greña
con el único empeño de quién pilotará el proyecto y, sobre todo, las listas; de
quién será el jefe de la tropa; de cuál será el muñeco para irle buscando las
vueltas y para disparar contra cualquier movimiento que provoque, por ínfimo
que sea.
Qué pena todo esto, qué falta de
moral, qué desatino, que estulticia la suya, qué fracaso de ideas para todos.
Qué país. Qué medios tan demediados y venidos a menos.
Porque se puede estar de acuerdo
o en desacuerdo, se puede pensar que una cosa es predicar y otra dar trigo, se
puede adivinar que la práctica lo puede cambiar todo, se puede concluir que lo
que se propone no tiene ni pies sin cabeza, se puede discrepar hasta los
tuétanos.
Pero para hacer algo de esto hay
que razonar a favor o en contra; y para poder razonar hay que al menos leerse
las resoluciones; y, sobre todo, hay que conceder que alguien piense que las
ideas conforman ideologías y que estas acaso se vean alguna vez plasmadas en
resoluciones y en programas. A mí que me sigue pareciendo esto de primer
trimestre de alfabetización.
Pues los grandes creadores de
opinión de este país, los personajes más influyentes en la conducta ciudadana,
erre que erre con el asunto del líder y de las personas, de los héroes que hay
que ensalzar para luego poder tirarlos por tierra, como si anduviéramos siempre
en un combate entre buenos y malos, entre vencedores y vencidos. Me parece que esta
manera de obrar responde a una forma de ver la vida que se vierte sin remedio
hacia la derecha y hacia los tabernáculos, cenáculos y comidillas de salón y de
reservado. ¿Esto quiere decir que pienso que la mayor parte de los medios de
comunicación son de ideología de derechas? Pues, por supuesto: a las pruebas me
remito: a esta sin ir más lejos.
No estoy en el pellejo de los
demás, pero tengo para mí que a más de uno -desde luego a mí- que un proyecto
lo lidere A o B le importa mucho menos que si el proyecto es potente y obedece
a unas ideas bien trabadas y reconocibles. Y, En todo caso, primero el proyecto;
después, el conductor, el que sea, porque seguro que habrá un buen puñado de
ellos que lo puedan hacer bien.
El esquema sirve para todos los
partidos, pero en lo que nos ocupa, ahí están algunas ideas apuntadas el fin de
semana: Reforma de Tratados europeos; Acuerdos con la Santa Sede (ya era hora);
Estado federal; Monarquía / República; Derogación Reforma laboral; Banco
público de inversión; Garantía de renta mínima; Primarias… Y mil cosas más.
Esto no debe de vender. O tal vez
no conviene dar noticia de ello ni emitir opinión. No siendo que…
Y así, de golpe en golpe, de empujón
en empujón, de ocurrencia en ocurrencia, de lo que pida el día según el tiempo que
haga, de muñeco en muñeco con tal de que el morbo y el negocio no decaigan.
Asquito de opinión publicada.
Porque uno aspira aún a que no coincida con la opinión pública.
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