viernes, 22 de noviembre de 2013

FALTA DE PLANIFICACIÓN

FALTA DE PLANIFICACIÓN
Era la procesión de sables y casullas
el contexto sagrado para los sacrificios,
y eran los fieles procesión en calma,
soldados voluntarios para una intifada.

La guerra eran batallas escondidas,
bombas de azufre intenso contra los desvalidos,
insultos sin decoro para asesinar débiles,
discursos al contado para evitar ancianos.
A todas horas gritos para ganar mercados
perimetrando cotos de uso restringido
y reservando accesos para los refinados.

La guerra era global, todo el espacio estaba
descrito en un papel, cuadriculado,
dividido en parcelas de acción y de consumo.

Algunos generales se ofrecían
a controlar abusos de díscolos soldados
con castigos y culpas ejemplares
que sirvieran de ejemplo para los disidentes.

La batalla final dejó un campo desierto,
vacío de soldados, de metralla,
de lo que en la disputa había sido vencido.

En lo alto del monte se izaron las banderas,
los capellanes dieron bendición al desastre
y comenzó de nuevo a idearse la forma
de reordenar la vida de las tropas,
ya salvadas y en gloria de sus sagrados mandos.

Ninguno había advertido que en la última batalla
habían perecido hasta los más valientes
soldados y que nada era posible ya ni con las bombas
que se habían fabricado y elegido

con los más eficientes materiales.

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