DE PRONTO ES EL OTOÑO
De pronto es el otoño.
Con un ímpetu gris de
adolescente,
nos persigue por todas las
esquinas,
nos acosa en los parques, nos envuelve
con sus hojas el viento, por las
calles
nos molesta lanzándonos objetos
que no encuentran su sitio y se
equivocan,
y las deja desiertas y afligidas.
Con lluvia vertical en las
ventanas,
desde cualquier lugar desconocido
envía hasta nosotros el recado
del sabor a disgusto de la
melancolía
(tal vez en esas nubes que se
agitan
y se van sin dar muestras de su adagio
en el espejo de su melodía).
En medio de ese otoño
tan repentinamente aparecido,
yo busco mi refugio
en la tibieza alegre de tus brazos;
tú acaricias los míos, y nos
vamos
a defender la tarde en los
cristales
de la terraza simple de los días.
Y en ella nos dejamos, con
paciencia
aceptamos sin prisa lo que el
tiempo
dejará en el balcón con su
mirada,
y todo es allí paz, gozo, placer,
inconsciencia, abandono, dicha,
nada.
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