ROMANCE DE LAS TURQUILLAS
(Para el SAT y todos los trabajadores del
campo)
(Desahogo sin repaso)
Con Gordillo y Cañamero,
ha irrumpido en las Turquillas
un ejército de hombres
en tierras de Andalucía.
Son las Turquillas un predio
de hermosas tierras baldías
que señorea el ejército
para extrañas regalías
pues cabalgan sin sentido
en unas caballerías
que en nada sirven al pobre
y de nada las quería.
Andalucía se muere
de sed buscando justicia
y los obreros del SAT
que sus comarcas habitan
rugen con sudor y lágrimas
el dolor de la injusticia.
Solo quieren que las tierras
tornen de pobres a ricas,
produzcan frutos y rían
con las risas y los sones
que sus jornales ponían.
Por eso invaden la finca,
saltan paredes y vías,
comen, beben, hablan, sufren,
ven cómo pasan los días
sin que se escuchen sus quejas
ni se atiendan sus porfías.
Las altas instituciones,
(guardia civil, policía
a sus órdenes), decreta
detenerlos y no fía
de razones ni de rabias,
solo en sus leyes confía.
Con rapidez se les juzga,
sin piedad se les castiga
a condena y privaciones
de siete meses y un día
y a una multa que supone
penas de menor cuantía.
En la puerta de la Audiencia
suena voz de rebeldía
y por las calles de España
se alza la voz y se grita
exigiendo que en Granada
se repare la injusticia.
Yo quiero también con rabia
que aquí se escuche la mía.
La voz de los jornaleros
ha de ser voz de alegría
que pregone que las tierras
son para quien las cultiva,
que recoge sus sudores
y apacigua sus porfías
entre trigos y aceitunas,
entre sudores y olivas.
Fértiles tierras de España,
tierras de la Andalucía,
que el sol y la tierra os llenen
de honradez y de justicia,
que a los obreros del campo
los honores se les rindan.
Gritemos todos a coro:
¡Viva el jornalero, viva!
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