DECLARACIÓN CASI JURADA
Se
supone que uno se forma su propia opinión acerca de lo que vive, lee y escucha.
También en lo que al nacionalismo se refiere. Hace tan solo un par de días
dejaba constancia de algunas notas que indicaban la opinión cambiante que, en
la izquierda española, se podía observar a lo largo del último siglo. Me parece
honesto que también yo deje constancia de algo de lo que pienso al respecto. Ya
he opinado varias veces, pero no me importa repetirme.
1.-
En términos generales, tiendo a pensar que los nacionalismos no son la mejor
fórmula para la convivencia. Pero tan solo pido que se puedan expresar las
opiniones con serenidad y con el ánimo de mejorar esa convivencia. O sea, que
estoy dispuesto a dejarme convencer de lo contrario.
2.-
La historia, ya larga, de este país muestra que casi siempre ha estado con las
costuras de la convivencia al aire y con los rotos al descubierto.
3.-
Hay, sin embargo -hasta donde yo llego con mis escasos conocimientos de esta
historia-, muchas medias verdades, cuando no simplemente mentiras evidentes en
el relato de esta historia.
4.-
El romanticismo y el costumbrismo de finales del siglo diecinueve crearon un
clima propicio para la acentuación de este fenómeno.
5.- La República supuso un período convulso, con
opiniones contrarias y muy diversas, incluso entre los miembros de una misma
formación política.
6.-
Los largos años de la dictadura eliminaron cualquier brote de nacionalismo en
sus formas públicas, pero contribuyeron a crear un clima clandestino emocional de
subordinación de los elementos de igualdad social a los de identidad
territorial, sobre todo en Euskadi y Cataluña.
7.- El período
democrático sigue subvirtiendo la escala de valores al seguir pensando en la
losa del franquismo como algo que condiciona todo lo demás; es el subterfugio
perfecto para ocultar intereses particulares y arrinconar las ideas universales
de igualdad, libertad y justicia. De este modo, la racionalidad cede el terreno
al impulso, al instinto, a la mitificación, y, en no pocos casos, al egoísmo.
8.- Ahora mismo estamos
en un momento en el que pesa mucho más -por eso los nacionalismos tan potentes-
el elemento identitario que el de justicia social y el de igualdad. Nótese que,
oh casualidad, son las regiones ricas las que ensalzan el sentido identitario
sobre el de justicia social.
8.- Mientras no se venza
la balanza hacia el lado de la justicia social, no habrá solución para este
asunto, que lastra toda la actividad en este país.
9.- Los partidos, sobre
todo los de izquierda, deben aclarar de una vez por todas, cuál es su propuesta
para una convivencia duradera. Y, si hay que morir políticamente en el intento,
pues se muere. Me gustaría que lo hicieran por la preminencia de la defensa de
la igualdad y de la justicia, frente a las identidades particulares.
10. Yo no tendría ninguna
prevención ante las fuerzas nacionalistas, incluso hasta la disgregación
territorial en países distintos, si se me convenciera de que eso supondría una
mayor solidaridad y justicia para TODOS, no solo para las regiones más ricas,
riqueza que se explica por numerosos factores, no todos nacidos en el esfuerzo
de sus habitantes.
11.- Me parece que es
mucho más ilusionante mirar el futuro que gastar tiempo y esfuerzos en asentar
las bases en épocas pasadas. Nos podíamos ir hasta las tribus prehistóricas.
¿Para qué?
12.- La globalización
apunta hacia la totalidad, no hacia lo particular. Todos deberíamos sentirnos
orgullosos del lugar en el que nacimos y nacieron nuestros antepasados, de la
comunidad en la que vivimos; pero, al mismo tiempo, hay que sentirse ciudadanos
del mundo.
13.- Si al sentido de
justicia social y de solidaridad no le añadimos la especia de la buena voluntad
y del sentido común, todo se puede volver contra nosotros y seguiremos en el
mundo gris de la hostilidad, cuando no del odio.
14.- Todo ello nos
debería llevar a defender una comunidad general de ciudadanos iguales en
derechos y en obligaciones, y a la superación de otras clasificaciones que
huelen demasiado a azufre y apestan.
15.- Como consecuencia de
lo expuesto en forma de índice (cada apartado merece un desarrollo amplio y un
contexto que lo explique), me declaro incapaz de siquiera entender la
existencia de los nacionalismos. Pero repito que estoy dispuesto a dejarme
convencer.
16.- ¿Hay alguien por ahí
dispuesto a ayudarme?
N.B. Siento dar a la luz
estas consideraciones en un día en el que se ha decretado el estado de alerta en
España, por culpa del dicho bichito coronavirus. Juro que el resto del tiempo
trato de pasármelo entre la preocupación y la risa como terapia.
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