domingo, 22 de marzo de 2020

EL RÍO CUERPO DE HOMBRE



EL RÍO CUERPO DE HOMBRE
(Para una tarde de confinamiento y cuarentena)

Es una tarde de marzo,
La primavera asomaba,
y el aire sembraba aromas
embriagando mi terraza,
donde, en calma y en silencio,
los rayos de sol miraba.

En lo más hondo del valle,
el río, triste, cantaba
en su sempiterna estrofa.
Ninguno lo acompañaba.
Iba soñando cantares
de amargura con sus aguas.

Desde lo alto de Hoyamoros,
donde la nieve cuajara,
baja ensayando sus cantos
de alegría y de esperanza.
Pero la Dehesa no escucha,
toda mustia y solitaria:
ya no tiene caminantes
que sus caminos hollaran;
ni el parque de la Alameda,
donde el agua se remansa.
El sol le clava rejones
en su semblante de plata,
pero nadie se detiene
ni a su orilla se acercaba.

Falta la voz de quien antes
a su orilla paseaba
y hoy, encogido en sus miedos,
lo intuye desde sus casas.
Desde el barrio de los Praos,
desde la Antigua a la Plaza,
San Juan o la Corredera,
todo es silencio y es calma.

Al río Cuerpo de Hombre
hay voces que no le bastan:
aunque cantan los jilgueros
y los mirlos lo acompañan,
necesita de otros trinos
del rumor de otras palabras
que canten el mismo canto
que él entre sus aguas canta.

Por eso se marcha triste,
aguardando la jornada
en la que todos acudan
a celebrar con sus aguas
las estrofas de alegría
que tantas tardes cantaran.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Volveremos a celebrar sus aguas.