jueves, 26 de marzo de 2020

POR SI SIRVE DE ALGO


POR SI SIRVE DE ALGO
Casi como dando palos de ciego y siempre por si sirve de algo, vuelvo a los estoicos. Lo hago prestándoles la voz, porque ellos meditaron antes y lo hacen mejor que yo. Recupero palabras de Marco Aurelio (hoy he pasado algunas horas leyéndole), aquel emperador romano del s II d. C. que, lejos de Roma y en situación vital de madurez, dejó escritas sus Meditaciones con una sinceridad y una humildad más propias de cualquier otra persona que de todo un emperador romano.
Son muchísimas las ideas que va desgranando en forma de pequeños textos, que terminan por ser casi máximas o píldoras filosóficas y componen todo un esquema de pensamiento: La inteligencia como guía interior, la interrelación de toda la materia universal, el cambio continuo de la misma, la intuición de un regidor para ese todo, el presente como momento que ocupa todo, la armonía de la comunidad universal, la composición del ser humano en tres partes: cuerpo (fisis), espíritu vital (psique) y espíritu racional (nous)…
Todo viene a concluir en la certeza de que hay elementos (no pocos: la integridad, la gravedad, la resistencia al esfuerzo, el desprecio a los placeres, la resignación ante el destino, la necesidad de pocas cosas, la benevolencia, la sencillez, la austeridad, la magnanimidad -Lib. V, 5- ) que nos conciernen y, por ello, podemos influir en ellos; pero hay otros muchos en los que no podemos incidir y, por consiguiente, nada conseguimos con angustiarnos ante su presencia.
Estas son sus palabras en la última parte del Libro IX:
28. Éstas son las rotaciones del mundo, de arriba abajo, de siglo en siglo. Y, o bien la inteligencia del conjunto universal impulsa a cada uno, hecho que, si se da, debes acoger en su impulso; o bien de una sola vez dio el impulso, y lo restante se sigue, por consecuencia… Pues, en cierto modo, son átomos o cosas indivisibles. Y, en suma, si hay Dios, todo va bien; si todo discurre por azar, no te dejes llevar también tú al azar. Pronto nos cubrirá a todos nosotros la tierra, luego también ella se transformará y aquellas cosas se transformarán hasta el infinito y así sucesivamente. Con que, si se toma en consideración el oleaje de las transformaciones y alteraciones y su rapidez, se menospreciará todo lo mortal.
29. La causa del conjunto universal es un torrente impetuoso. Todo lo arrastra. ¡Cuán vulgares son esos hombrecillos que se dedican a los asuntos ciudadanos y, en su opinión, a la manera de filósofos! Llenos están de mocos. ¿Y entonces qué, buen amigo? Haz lo que ahora reclama la naturaleza. Emprende tu cometido, si se te permite, y no repares en si alguien lo sabrá. No tengas esperanza en la constitución de Platón; antes bien, confórmate, si progresas en el mínimo detalle, y piensa que este resultado no es una insignificancia. Porque, ¿quién cambiará sus convicciones? Y excluyendo el cambio de convicciones, ¿qué otra cosa existe sino esclavitud de gente que gime y que finge obedecer? Ve ahora y cítame a Alejandro, Filipo y Demetrio Falereo. Yo les seguiré si han comprendido cuál era el deseo de la naturaleza común y se han educado ellos mismos. Pero si representaron tragedias, nadie me ha condenado a imitarles. Sencilla y respetable es la misión de la filosofía. No me induzcas a la vanidad.
30. Contempla desde arriba innumerables rebaños, infinidad de ritos y todo tipo de travesía marítima en medio de tempestades y bonanza, diversidad de seres que nacen, conviven y se van. Reflexiona también sobre la vida por otros vivida tiempo ha, sobre la que vivirán con posterioridad a ti y sobre la que actualmente viven en los pueblos extranjeros; y cuántos hombres ni siquiera conocen tu nombre y cuántos lo olvidarán rapidísimamente y cuántos, que tal vez ahora te elogian, muy pronto te vituperarán; y cómo ni el recuerdo ni la fama, ni, en suma, ninguna otra cosa merece ser mencionada.
31. Imperturbabilidad con respecto a lo que acontece como resultado de una causa exterior y justicia en las cosas que se producen por una causa que de ti proviene. Es decir, instintos y acciones que desembocan en el mismo objetivo: obrar de acuerdo con el bien común, en la convicción de que esta tarea es acorde con tu naturaleza.
32. Puedes acabar con muchas cosas superfluas, que se encuentran todas ellas en tu imaginación. Y conseguirás desde este momento un inmenso y amplio campo para ti, abarcando con el pensamiento todo el mundo, reflexionando sobre el tiempo infinito y pensando en la rápida transformación de cada cosa en particular, cuán breve es el tiempo que separa el nacimiento de la disolución, cuán inmenso el período anterior al nacimiento y cuán ilimitado igualmente el período que seguirá a la disolución.
Han pasado 18 siglos, nada menos, y todo es discutible; pero ahí están. Por si nos ayudan en algo.

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