DESCOMUNAL
No me cabe duda de que la
palabra del año 2020 será la que designa a la dichosa y maldita epidemia, o
sea, el término CORONAVIRUS. Esperemos que no sea su recuerdo demasiado
duradero por sus negativas consecuencias. Veremos.
Hoy me distraigo con otra
palabra que también amenaza con convertirse en epidemia. Se trata del adjetivo
DESCOMUNAL. Hace no más de cinco años -y creo que estoy siendo demasiado
generoso-, su uso era casi nulo, o, en todo caso, restringidísimo. Hoy ya ha
alcanzado una frecuencia de uso muy grande y apuesto a que hará la competencia
al coronavirus en su empuje.
Ayer lo escuché muchas
veces en la retransmisión televisiva de un partido de fútbol. En una ocasión se
decía literalmente que un jugador había metido un gol descomunal.
El DRAE lo define -como
hace casi siempre con los adjetivos- con sinónimos: extraordinario, monstruoso, enorme, muy distinto de lo común en su
línea. Sea.
Su etimología no ofrece
muchas dudas: prefijos de- más ex, fusionados, lexema común y sufijo abundancial –al. Ninguna dificultad. Si acaso la
aparente contradicción entre la abundancia del sufijo y la negación de los
prefijos. Pero es algo muy frecuente en nuestra lengua.
Lo que aporta de novedoso
es la amplitud de campos de realidad de los que se está apoderando. ¿Alguien se
siente cómodo con el significado de esta frase: Hace un día descomunal? ¿Verdad que aquí nos han invadido vecinos
que no estaban convidados a la fiesta? O dicho a la pata la llana: ¿a que esto
suena mal? O con esta otra: La epidemia
que nos invade es descomunal. Pues veremos dentro de poco tiempo si
sentimos la misma extrañeza o la usamos de manera instintiva y ya se halla
automatizada.
Es que las palabras, sin
su sentido etimológico, no son nadie y pierden su identidad -como la pierden
los nacionalistas e independentistas que reniegan de sus ancestros y de los
lugares que los vieron nacer, a ellos o a sus antecesores-. ¡Descastados, que
son unos descastados, por utilizar un eufemismo! Pero como la lengua es un
organismo vivo que nace, crece, se reproduce y muere, así nos encontramos con
modas y con olvidos a troche y moche, sin que tengamos demasiada conciencia de ello.
El caso que nos ocupa
hoy, DESCOMUNAL, es un vivo ejemplo de este cambio continuo en el que nos
movemos. De tal manera que no necesitará mutar, como necesita el virus, para
convertirse en epidemia y para ganar espacios antes impensables. Pronto
cualquier asunto puede resultar descomunal, aunque lo asistan connotaciones
negativas. Hoy lo reservamos para hechos positivos y dignos de alabanzas. Pero
estamos en ello.
Como se dice siempre, no
se pongan puertas al campo; pero, por favor, que sean los que saben más de esto
los que orienten los usos y los cambios. Aunque no sean locutores de televisión,
ni entiendan demasiado de fútbol, ni se lleven al bolsillo sueldos
descomunales.
2 comentarios:
Para mí, esta palabra estará siempre asociada a Don Quijote. Cervantes la usa con mucha sorna en el título de un par de capítulos. Seguro que porque en su época también se puso de moda.
Sabes que soy un "muy frecuente" lector del Quijote. Conozco este uso, pero creo que sigue valiendo toda la carga de profundidad que encierra mi comentario. Abrazos
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