lunes, 9 de marzo de 2020

DESCOMUNAL


 DESCOMUNAL

No me cabe duda de que la palabra del año 2020 será la que designa a la dichosa y maldita epidemia, o sea, el término CORONAVIRUS. Esperemos que no sea su recuerdo demasiado duradero por sus negativas consecuencias. Veremos.
Hoy me distraigo con otra palabra que también amenaza con convertirse en epidemia. Se trata del adjetivo DESCOMUNAL. Hace no más de cinco años -y creo que estoy siendo demasiado generoso-, su uso era casi nulo, o, en todo caso, restringidísimo. Hoy ya ha alcanzado una frecuencia de uso muy grande y apuesto a que hará la competencia al coronavirus en su empuje.
Ayer lo escuché muchas veces en la retransmisión televisiva de un partido de fútbol. En una ocasión se decía literalmente que un jugador había metido un gol descomunal.
El DRAE lo define -como hace casi siempre con los adjetivos- con sinónimos: extraordinario, monstruoso, enorme, muy distinto de lo común en su línea. Sea.
Su etimología no ofrece muchas dudas: prefijos de- más ex, fusionados, lexema común y sufijo abundancial –al. Ninguna dificultad. Si acaso la aparente contradicción entre la abundancia del sufijo y la negación de los prefijos. Pero es algo muy frecuente en nuestra lengua.
Lo que aporta de novedoso es la amplitud de campos de realidad de los que se está apoderando. ¿Alguien se siente cómodo con el significado de esta frase: Hace un día descomunal? ¿Verdad que aquí nos han invadido vecinos que no estaban convidados a la fiesta? O dicho a la pata la llana: ¿a que esto suena mal? O con esta otra: La epidemia que nos invade es descomunal. Pues veremos dentro de poco tiempo si sentimos la misma extrañeza o la usamos de manera instintiva y ya se halla automatizada.
Es que las palabras, sin su sentido etimológico, no son nadie y pierden su identidad -como la pierden los nacionalistas e independentistas que reniegan de sus ancestros y de los lugares que los vieron nacer, a ellos o a sus antecesores-. ¡Descastados, que son unos descastados, por utilizar un eufemismo! Pero como la lengua es un organismo vivo que nace, crece, se reproduce y muere, así nos encontramos con modas y con olvidos a troche y moche, sin que tengamos demasiada conciencia de ello.
El caso que nos ocupa hoy, DESCOMUNAL, es un vivo ejemplo de este cambio continuo en el que nos movemos. De tal manera que no necesitará mutar, como necesita el virus, para convertirse en epidemia y para ganar espacios antes impensables. Pronto cualquier asunto puede resultar descomunal, aunque lo asistan connotaciones negativas. Hoy lo reservamos para hechos positivos y dignos de alabanzas. Pero estamos en ello.
Como se dice siempre, no se pongan puertas al campo; pero, por favor, que sean los que saben más de esto los que orienten los usos y los cambios. Aunque no sean locutores de televisión, ni entiendan demasiado de fútbol, ni se lleven al bolsillo sueldos descomunales.

2 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Para mí, esta palabra estará siempre asociada a Don Quijote. Cervantes la usa con mucha sorna en el título de un par de capítulos. Seguro que porque en su época también se puso de moda.

Antonio dijo...

Sabes que soy un "muy frecuente" lector del Quijote. Conozco este uso, pero creo que sigue valiendo toda la carga de profundidad que encierra mi comentario. Abrazos