AMPLIFICADORES EMOCIONALES
En estos días de recogida
obligada en casa, los espacios y los tiempos andan sin rumbo, comprimidos en sí
mismos y asustados. Todo nos ha cambiado. ¿Por un tiempo limitado? Está todo
por ver, aunque el hecho quedará, sin duda, como referente para varias
generaciones y mucho habrá que decir en el futuro.
¿Ha llegado ya el tiempo de extraer consecuencias, o en este momento debemos gastar nuestras pobres
energías en el control sanitario de la pandemia? Cada uno tiene su sitio, su
ocupación y su lugar. “Y cada uno a lo
que hay que hacer”, cantaba Serrat; “Tú
enciende el sol, tú tiñe el mar, y tú
descorre el velo que oscurece el cielo, y tú ve a blanquear…”
Me parece que las
actividades no se excluyen, con tal de que cada cual ponga lo mejor de sí mismo
a favor de la comunidad: los sanitarios en sus consultas, los filósofos en sus
pensamientos, los transportistas en sus viajes, los farmacéuticos en sus
farmacias, los periodistas en sus informaciones, los escritores en sus palabras…
¿Y los encerrados en casa?
Pues lo mismo que los demás. Sirviendo de focos positivos en aquellos pequeños
territorios en los que podamos ser útiles. No soy nadie para marcar pautas ni
para dar consejos, pero sí me atrevo a recordar que todos podemos ser
amplificadores emocionales de aquellos elementos que mantienen viva a una
comunidad. Cualquiera puede pensar en la familia, como mejor ejemplo, y en la cantidad
de ocasiones que se abren para intervenir y hacer más llevaderos estos
momentos, o para certificar y hacer visible el valor de la proximidad, del
cariño y de la paciencia. O los grupos de conocidos, que siguen en contacto
cariñoso y lleno de ánimo a través de las redes sociales. O la enorme cantidad
de sugerencias, que nos llegan desde cualquier punto del mundo, para entretener
el tiempo o para solucionar necesidades inmediatas.
A veces, si pensamos en
la colectividad general, lo mejor es saber cuándo debemos intervenir y cuándo
es mejor quedarnos en nuestro puesto para no molestar. Pero siempre nos queda
el ámbito de la proximidad, el del pequeño grupo, el de la comunidad más
reducida. Ahí sí que podemos organizar pequeños focos de animación y de
pensamiento, de encauzar emociones y de levantar momentos de decaimiento. Es
como si, de esa manera, la gran comunidad se sintiera de repente ser la explosión de una bomba
de racimo con estallidos por todas partes, con contagio positivo frente al otro
contagio negativo de la pandemia. Tal vez así el virus se asustaría y se retiraría ante el avance de esos pelotones de entusiasmo y de compasión.
Ánimo.
1 comentario:
No me cabe la menor duda, apoyarnos en la familia y en los más cercanos es el soporte humano más importante, el esfuerzo programado y los tiempos lúdicos didácticos, también, y el descanso sin prisa ni hora, mejor. Mi madre tiene una máxima de vida apuntada en un papel de su cocina que me encanta, también ayuda. "Pon siempre lo máximo que eres en lo mínimo que hagas"
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